jueves, 29 de octubre de 2015

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Música

28/10/15

Buenos Aires Jazz.15: una amplia paleta sonora

Música. Anunciaron el Festival Buenos Aires Jazz.15.

La nueva edición del clásico encuentro ofrece una grilla de alto nivel, que contrasta vanguardia y tradición. Las entradas salen a la venta el lunes.

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Pipi Piazzolla. Uno de los representantes locales.

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Branford Marsalis será la gran figura del BA Jazz, cuyo próxima edición se llevará adelante entre el 10 y 15 de noviembre (bajo la dirección artística de Adrián Iaies). Marsalis cerrará el encuentro el 15 en el Teatro Colón. El saxofonista, hermano de Wynton, que también se presentó en el Teatro Colón, tocó con Miles Davis, Herbie Hancock, Sting y Art Blakey, entre otros. A esta altura, es considerado parte de la historia del jazz contemporáneo.
Conciertos -en muchos casos gratuitos-, cine, talleres de canto, workshops, clínicas, muestras, masterclasses y cruces inéditos entre artistas internacionales y locales. Eso es lo que promete la dinámica del acontecimiento.

Para su apertura, el Buenos Aires Jazz.15 tendrá (el martes 10), al guitarrista Peter Bernstein, que es discípulo del recientemente fallecido Jim Hall. Referente de la escena neoyorquina, Bernstein llegará acompañado por Peter Washington y el pianista Billy Drummond. La apertura se hará a las 20.30 en el Auditorio de La Usina del Arte. La japonesa Satoko Fujii se encargará de darle el toque vanguardista a la próxima edición, con un set a medio camino entre el free jazz y la experimentación.

Fujii será parte del Ciclo Solopianos, una sección gratuita que se desarrollará en el Salón Dorado del Teatro Colón y la Sala de Cámara de la Usina del Arte. Tocarán Manuel Rocheman, Sullivan Fortner y Omri Mor, músicos que cultivan diferentes estilos.
En el segmento Proyectos Especiales, un paréntesis que busca darle impulso a la novedad, la pianista Lilián Saba, exponente del folclore argentino, “dialogará” con la música de Bill Evans en un tributo a su obra. Otro pianista estilizado, Hernán Jacinto, presentará Camino, su nuevo trabajo.

Párrafo aparte para la Sección Cruces, que definirá algo así como el espíritu más profundo del festival y es, en sí misma, una declaración de principios: un músico de jazz siempre está dispuesto a tomar riesgos. Los cruces, en este caso, permitirán ver a Peter Washington, al legendario Billy Drummond y a Wayne Krantz y Michele Weir, todos compartiendo ese momento con una larga lista de artistas locales como Juan Cruz de Urquiza, Jorge Armani, Rodrigo Domínguez y Ricardo Cavalli. Cruces tendrá como escenarios el Café Vinilo y Thelonious Club. Además, el ciclo Jazzología aprovechará para festejar sus 31 años y Pipi Piazzolla Trío se encargará de la apertura.

Entre las actividades de corte más pedagógico, la estrella del festival, Branford Marsalis, dará una masterclass -el 15, en el Salón Dorado del Teatro Colón- abierta a jóvenes estudiantes de música de escuelas públicas y privadas. El encuentro constará de dos partes: una entrevista abierta con un interlocutor y traductor de lujo (el saxofonista, compositor y también educador Ricardo Cavalli). Y un combo armado para la ocasión con alumnos avanzados de la carrera de Jazz del Conservatorio Superior de Música Manuel de Falla.
Las sedes elegidas para el Festival serán la Usina del Arte (A. Caffarena 1), el Anfiteatro del Parque Centenario (Angel Gallardo y Leopoldo Marechal), el Teatro Colón (Libertad 611), la AMIA (Pasteur 633), Café Vinilo (Gorriti 3780), Thelonious Club (Salguero 1884) y Margen del Mundo (Concepción Arenal 4865).

Las entradas saldràn a la venta el lunes 2 de noviembre.

Cronograma de cinco días agitados de noviembre

Martes 10
20.30. Peter Bernstein Quartet. Usina del Arte ($100/$160).
Miércoles 11
17.30. Sullivan Fortner Solopiano. Usina del Arte (Gratis).
18. Pipi Piazzolla Trío. Parque Centenario (Gratis).
19.30. Peter Bernstein Solo Guitar. Usina del Arte ($100).
21. Satoko Fujii Tobira Quartet. Usina del Arte (Gratis).
22. Juan Cruz de Urquiza + Francisco Lo Vuolo + Peter Washington + Billy Drummond. Thelonious Club ($100).
Jueves 12
17. Satoko Fujii Solopiano. Teatro Colón (Gratis).
18.30. Damien Poots - Andrés Elsten - Bruno Delucchi. Usina del Arte (Gratis).
19. David Haney & Jorge Hernaez. Usina del Arte (Gratis).
20. Serkan Yilmaz & Hikaru Iwakawa Dúo + Carlos Michelini Plays Bird. Amia (Gratis). 
21. Maya Belsitzman & Mathan Ephrat + Omri Mor Trío (Noche israelí). Usina del Arte (Gratis).
21. Gabriela Anders & Wayne Krantz. Usina del Arte (Gratis).
22. Natsuki Tamura + Hernán Samá + Patricio Carpossi + Todd Nicholson + Takashi Itani. Café Vinilo ($100).
Viernes 13
19. Lucio Balduini & Jorge Armani Dúo. Usina del Arte (Gratis).
21. Camila Meza Quartet. Usina del Arte (Gratis).
22. Sergio Wagner + Karlheinz Miklin + Lupa Santiago + Arturo Puertas + Luis Cerávolo. Thelonious Club ($100).
Sábado 14
15. Tributo a Bill Evans. Lilian Saba e invitados. Usina del Arte (Gratis).
18. Jim Rotondi & Ernesto Jodos Cuarteto. Usina del Arte (Gratis).
20.30. Manuel Rocheman Trío + Furio Di Castri & Antonello Salis. Usina del Arte (Gratis).
22. Sebastián Loiácono + Maya Belsitzman + Jorge Armani + Rick Rosato + Jeremy Dutton. Thelonious Club ($100)
Domingo 15
14. Mario Rom’s Interzone. Usina del Arte (Gratis).
15. Manuel Rocheman Solopiano. Teatro Colón (Gratis).
17. Sol Liebeskind & Andrés Rotmistrovsky. Usina del Arte (Gratis).
18. Branford Marsalis. Teatro Colón. (Desde $50 hasta $250).
Programación completa en http://festivales.buenosaires.gob.ar/2015/jazz/es

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Cine

28/10/15

"Puente de espías": El hombre de pie

Crítica: Buena.Thriller en plena Guerra Fría, es un filme humanista, pero también innecesariamente maniqueo.

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Hanks. Y un cambio: ahora Spielberg logra tensión desde los diálogos. FOTO: FOX

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Pablo O. Scholz

pscholz@clarin.com

Cuando muchos directores afamados y afianzados en sus carreras, se repiten, Steven Spielberg cambia. Podría quedarse en el cine de aventuras, acción con suspenso, que es el que mejor sabe manejar y con el que más se divierte -él y la platea-, pero el director de Tiburón pegó un volantazo hace décadas con El color púrpura, y desde allí, sigue filmando como pocos –bien- y cambiando la manera de hacerlo.

Si Lincoln, su anterior filme, era extrañamente muy dialogado para lo que suele dirigir el realizador de 68 años, con Puente de espías vuelve a mirar la época de oro del cine hollywoodense -como con Caballo de guerra- con un personaje en el que Tom Hanks se siente a sus anchas y recuerda, cómo no, al James Stewart con que tanto se lo supo comparar.

Pero también Spielberg cambia la manera de relatar.

La primera escena toma a un hombre sentado, de espaldas. No le vemos el rostro, de frente, sino que lo conocemos por su reflejo en un espejo y porque está pintando un autorretrato. Como avisándonos que nadie tiene una sola cara -por más que se trate de Rudolph Abel, un espía- y que la multiplicidad de miradas también tendrá que ver con descubrir quién es este personaje.

Y no es el único. Porque el abogado de seguros Donovan (Hanks), al que le encargan defender en un juicio al espía ruso que pintaba en el comienzo, también jugará a más de una punta. El Gobierno elige a Donovan para que se sienta al lado del ruso en lo que debe aparentar un juicio correcto. Corre 1957, es la Guerra Fría, y el pueblo -al que Spielberg maniqueo muestra en un tren leyendo el diario- desearía que lo ahorcaran, por traidor.

Pero Donovan, que advierte que el juicio es una pantomima, que puede apelar la sentencia por muchísimas irregularidades cuando aprehendieron a Abel, terminará en una función más importante. Cuando Francis Gary Powers, un piloto estadounidense, que espiaba y fotografiaba desde el aire a los rusos, cae en poder de los soviéticos, Donovan será enviado a negociar el intercambio de prisioneros.

Aparentar. Hipocresía. Dualidad. Honor. Verbos y sustantivos que impregnarán muchos fotogramas de Puente de espías, que si no es una película más redonda, y mejor, es porque Spielberg también demuestra el maniqueísmo y un patriotismo innecesario.

No es la banderita flameando al final de Rescatando al soldado Ryan, también con Hanks. Es mostrar lo bien que lo tratan a Abel (gran labor de Mark Rylance) en prisión, y el maltrato a Powers y a un joven, capturado del otro lado del muro de Berlín, por error.
“¿Serviría para algo?” es la frase que reitera una y otra vez el ruso a Donovan, cuando éste le cuestiona lo que fuere. La misma pregunta debió formularse Spielberg al ser tan maniqueo.

Pero la maestría está en la paleta de colores con que, desde la imagen, muestra a los EE.UU., la Berlín Occidental y la Oriental. En cómo la tensión se crea a partir de los diálogos. Hablábamos de James Stewart y podríamos mencionar a Henry Fonda. O a Frank Capra, o a William Wyler como referentes para Spielberg.

¿Otro cambio en Spielberg? La música siempre fue importante en su cine. Y aquí, los primeros acordes recién se escuchan casi llegada la primera media hora. Son casi 30 minutos sin reforzar lo que cuenta en imágenes. Sí utiliza brillantemente el sonido ambiente. La precisión con la que cuenta es tal que nos hace sentir allí, presentes en el departamento de Abel, o en el de Donovan, o en el estudio de abogados.

Donovan es apodado por el ruso El hombre de pie. Allí la metáfora es clara, explícita, pero resume a un (dos) personaje(s), y pinta lo que Spielberg siempre busca contar: a un hombre bueno inmerso en circunstancias extraordinarias.

"Puente de espías"

Buena

Drama. EE.UU., 2015. 141’, SAM 13. De Steven Spielberg. Con Tom Hanks, Mark Rylance. Salas: Hoyts Abasto, Cinemark Palermo

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Cine

28/10/15

"Marguerite": Si se calla la cantora...

Crítica: Muy buena.

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Shhhh. Catherine FRot, estupenda como la soprano. FOTO: LA-TE

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Xavier Giannoli

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Pablo O. Scholz

pscholz@clarin.com

Es en cierto grado una comedia, pero para más de uno resulta un drama escuchar cantar a la baronesa Marguerite Dumont.

Basada en la, convengamos, increíble historia real de Florence Foster Jenkins, una pésima soprano -pero ella no lo sabía- que se creía genial, y a la que todo el mundo alababa sus dotes de canto, la película es una sátira. Y Xavier Giannoli supo mantenerla en sus límites, para no extralimitarse y que todo terminara en una comedia burlona. Es la humanidad que tienen los personajes centrales, Marguerite y su marido, lo que vuelve al filme memorable y no un mero pasatiempo.

Giannoli, que dirigió a Gerard Depardieu en El cantante (2006), sobre precisamente un cantante al que público había olvidado, trasladó a Florence de los Estados Unidos a Francia. Corren los locos años ’20, en París, y esta dama de la alta sociedad hace obras de beneficiencia, incluyéndose ella como centro de esos actos para solidarizarse, por ejemplo, con los huérfanos.

Marguerite canta, en su mansión, pero ella no se escucha. Lo bien que hace, porque destroza cualquier aria y nadie le dice la verdad. Por beneficios propios que no conviene adelantar, por hipocresía, hasta por bondad para no lastimarla. Es como el cuento del rey que pasea desnudo, y nadie le dice la verdad. Nadie se atreve.

Por supuesto que la idea sola no caminaría, por lo que se van insertando en la trama personajes: una joven cantante, un periodista, un anarquista, y hasta una estrella de la ópera -otro fracasado- para que le dicte lecciones de canto, en un acto de chantaje y soborno que, eso solo, ya vale el precio de la entrada.

El hecho es que la mentira tendrá patas cortas, pero largas pueden ser las consecuencias. Porque del ridículo, se sabe, uno se puede reír, pero no se puede volver.

Allí radica el éxito de Giannoli. En humanizar y hacer creíble a Marguerite, y plantear cuán absurdos son quienes la rodean, la aman o se aprovechan de ella. Y cómo puede convertir a la gente desconocer sus propios límites, no sólo de talento. Catherine Frot crea una criatura de la cual es imposible no reírse, pero también promueve la comprensión y la pena, y tanto como André Marcon (su marido), Michel Fau (Pezzini, el cantante de ópera) y Denis Mpunga como Madelbos, el mayordomo de color que la alienta, la protege y hasta le toma fotos con vestuario de óperas famosas, están verdaderamente estupendos.

El año próximo conoceremos la versión que el inglés Stephen Frears está terminando, con Meryl Streep en el rol de la soprano. Pero Marguerite, por lo pronto ya le ganó en llegar primero.

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Cine

28/10/15

“El almuerzo”: De eso no se habla

Crítica: Buena.La película reconstruye el encuentro entre Jorge Rafael Videla y los intelectuales que fueron a pedir por la suerte de desaparecidos.

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Encuentro. El filme de Torre refleja lo que fue la reunión de Borges, Sabato y otros intelectuales con el dictador Videla.

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Jean Pierre Noher,

Lorenzo Quinteros,

Pompeyo Audivert,

Roberto Carnaghi

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Horacio Bilbao

@cordobe

hbilbao@clarin.com

“Un instante helado en el que todos ven lo que hay en la punta de los tenedores”, así definió Jack Kerouac su sugerencia del título Festín desnudo para el libro de William Borroughs. Algo de ese hielo hay en El almuerzo, en esa invitación del dictador Jorge Rafael Videla a los dos escritores más famosos de nuestro país en mayo del ‘76, tema de la nueva película de Javier Torre.

Eligió contar un hecho polémico Torre, asumir el riesgo del juicio sobre los protagonistas y sobre él mismo, debido a la reconstrucción, al relato de ese encuentro hermético del que participaron Videla, Borges, Ernesto Sábato, Horacio Ratti (SADE) y el cura Castellani.

La película comienza con el brutal secuestro de Haroldo Conti, perpetrado 15 días antes de ese encuentro, dos marcas para la historia política de la literatura argentina, contrapuestas, espejadas en un drama con altos y bajos en el que el director, el guión, pone palabras y gestos críticos en cada uno de los protagonistas. No es un llamado a juzgar, pero se trata de Borges, expuesto aquí como un pueril adulador del General golpista, aunque luego se arrepintiera y reivindicara a las Madres de Plaza de Mayo.

Pero además, al presentar un relato sobre aquel encuentro, el filme introduce de manera indirecta la discusión sobre si un escritor puede considerarse un modelo para la sociedad. “Tengo mis dudas de que los escritores quieran un mundo mejor”, dice Borges, interpretado por Jean Pierre Noher. El enfrentamiento archiconocido entre Borges y Sabato, y discutir al Martín Fierro son los caminos que encuentra, los invitados para eludir el tema central, los desaparecidos, que todos vemos con las torturas a Conti.

Ese es el desafío del filme, mostrar la tensión, el miedo, la lucha interna de estos personajes por decir, hablar, contar y nombrar a Di Benedetto, a Conti, a tantos otros, por decir sus verdades frente a un censor asesino.

Con grandes actores (Awada haciendo de Videla, Lorenzo Quinteros de Sabato, Roberto Carnaghi de Ratti) este relato y reconstrucción histórica es un filme sobre la condición humana, en el que uno de los grandes autores de la literatura le dice al dictador sangriento que es un caballero. Un momento helado, ¿síntoma del terror?

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