jueves, 30 de abril de 2015

CINE para el finde largo

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29/04/15

"El acto en cuestión": Mago y vagabundo argentino

Crítica: Muy buena.Finalmente se estrena aquí el filme en el que el ilusionista es la excusa de Agresti para hablar del ser argentino.

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Carlos Roffé. El ilusionista que hace desaparecer y triunfa en Europa. FOTO: ZETA FILMS

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El acto en cuestión

por Horacio Bilbao

Mérito de Alejandro Agresti, de la hipocresía argentina, o de las leyes de oferta y demanda que siempre beatifican lo que nos falta, El acto en cuestión debe ser el clásico del cine argentino que menos gente vio. Película de culto desde que se proyectó en 1993 en Cannes, recorrió luego salas europeas y vino a la Lugones para una retrospectiva del director, que por fin pudo mostrarla aquí. Ahora, 22 años después, tiene su estreno comercial en versión remasterizada.

No es ésa la única paradoja de esta historia, la de un mago ilusionista de San Cristóbal. Porteña hasta la médula, la película tiene sello holandés. Se filmó con actores argentinos, pero íntegramente en Europa. El ilusionista es la excusa de Agresti, que en la piel de Carlos Roffé, el mago Quiroga, traza la silueta del homo argentino, un vagabundo intelectual que vive al día robando los libros que consume sin parar en su pensión. Hasta que aparece El libro. Magia y ocultismo. El acto en cuestión. Y nace el mago, cambia su vida haciendo uso de un truco que robó de un libro también robado.

El salto a la fama, la conversión del vagabundo en argentino triunfador. Ese azar que está en otras películas de Agresti. Esos trucos que aquí son recursos cinematográficos, experimentación con la historia del cine. ¿Qué es ser actual en el cine? Miren la escena inicial, o la de los campos alemanes, o las maquetas armadas por este contador de historias. Remiten a otros cines, pero tienen vida propia. ¿Qué es viejo? ¿El blanco y negro? ¿La voz en off? ¿El contrapicado?

Son juegos que Agresti se permite, como usar la palabra desaparecer, reorientando la tragedia argentina. El todopoderoso mago falla con un niño búlgaro, dos años desaparecido está el pibe, y le gritan de todo a Quiroga en tono cómico, metafórico, y también directo: “aparición con vida” le dicen. Agresti inventa. Hasta Hitler quiere a Quiroga como su ministro de propaganda. Es desopilante, interpeladora y nostálgica la historia de este personaje y sus miserias. Desafío para espectadores y críticos formateados.

Vemos a Roffé, a Lorenzo Quinteros y son actores de otra época, pero el cuentito no. Desaparecer, salvarse, dominar, tener minas, fama, son más que ilusiones ahora, acá, y en muchos otros lugares. Da para tomarlo con humor, pero de ninguna manera es joda. ¿O sí?

"El acto en cuestión"

Muy buena

Drama. Argentina/Holanda. 110’, SAM 13 R. De Alejandro Agresti. Con: Carlos Roffé, Lorenzo Quinteros. Salas: Village Recoleta, BAMA

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29/04/15

"3 corazones": Justo me tenía que pasar a mí

Crítica: Muy buena.Drama romántico, thriller psicológico, misterio: el filme tiene de todo, y en muy buenas dosis.

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Dos de tres: Charlotte Gainsbourg y Benoit Poelvoorde. FOTO: CDI

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por Pablo O. Scholz

pscholz@clarin.com

Hay quienes saben explicar que las casualidades son en verdad causalidades. Quién más, quien menos no se topó con una persona, entabló una conversación casual y pensó que de ahí podría surgir una relación fuerte, intensa.

No a muchos debe haberle sucedido lo que a Marc (Benoit Poelvoorde) en 3 corazones. Que el mundo es un pañuelo también lo dice todo mucha gente.

Pero tal vez convenga entrar a la sala a ver 3 corazones sin saber nada de nada.

Una recomendación es parar de leer aquí.

Si sigue leyendo esto, es porque entonces quiere tener más pistas. Marc perdió el tren (metáforas al margen) y debe encontrar un hotel donde dormir en un pueblito francés. Así se cruza con Sylvie (Charlotte Gainsbourg), se enamoran perdidamente y quedan en encontrarse en París.

Claro, ella va, pero él llegará tarde. No intercambiaron teléfonos, direcciones, Facebook, nada. Gente grande.

Marc conocerá días más tarde a otra mujer (Sophie, interpretada por Chiara Mastroianni), que llora desesperada por un asunto contable. El se apiada de ella y, con el corazón a flor de piel, también se enamora. Con Sophie se ve que cambian teléfono porque Marc va a conocer a la madre (Catherine Deneuve: el director Benoit Jacquot no escatimó en el presupuesto) y todo pinta rumbo al altar. La hermana de Sophie está en EE.UU., y tal vez llegue para algún que otro festejo familiar.

Y el reencuentro de Marc con el que pensó aquella noche  era el amor de su vida no podía ser peor: es la hermana de su pareja.

Lo mejor de la nueva realización del director de Adiós a la reina es que el suyo es un filme sobre el amor correspondido (o no), en el que los personajes se debaten sobre el “deber hacer”, y donde no saben si luchar contra o por sus sentimientos.

Jacquot va como tirando pistas. El filme puede virar hacia el thriller psicológico -presten atención a la utilización de la música-, el drama pasional, pero nunca será un melodrama de novela. Y ese sentimiento se continúa hasta las imágenes finales.

El hándicap de contar con Deneuve es que es capaz, con media mirada, de develar un misterio. Un desafío de casting hubiera sido enrocar los roles de las actrices, y probar a Gainsbourg como la pobrecita que llora y es insegura. Pero así como está, está muy bien.

"3 corazones"

Muy buena

Drama romántico. Francia, 2014. 106’, SAM 13. De Benoit Jacquot. Con Benoit Poelvoorde, Charlotte Gainsbourg. Salas: Cinemark Palermo, Village Recoleta, Showcase Norcenter

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29/04/15

“León, reflejos de una pasión”: Retrato del señor básquetbol

Crítica: Buena.León Najnudel se merecía una película: es un documental clásico, rico en testimonios e imágenes de archivo.

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León Najnudel. Tal vez, quien más hizo por el básquetbol local.

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“León

v:shapes="_x0000_i1029">

por Gaspar Zimerman

León Najnudel fue, quizá, el hombre que más hizo por el básquetbol argentino. Su gran legado es la Liga Nacional, que fomentó la competitividad en serio y llevó a que jugadores argentinos, y el propio Seleccionado nacional, se destacaran en el mundo. Najnudel se merecía una película. Y José Glusman la filmó: es un documental clásico, rico en testimonios -de amigos, colegas, parientes, basquetbolistas, periodistas- y en imágenes de archivo.

A través de las diferentes voces -hablan desde Víctor Hugo Morales y Adrián Paenza a Emanuel Ginóbili y Andrés Nocioni, pasando por Julio Lamas o Luis Bonini-, se va viendo la vida basquetbolística de Najnudel en orden cronológico: los juegos en las veredas de Villa Crespo, con una reja como aro improvisado; sus comienzos en el club Villa Crespo y en Atlanta; su etapa en Ferro, en el Zaragoza, en Sport Club Cañada de Gómez, en el Seleccionado; su incansable lucha contra los molinos de viento para concretar su idea de un gran torneo federal, la Liga Nacional.

Mientras, se va corporeizando el perfil de un hombre vital, arquetipo del porteño bohemio que ama las eternas rondas nocturnas de whisky, cigarrillos y café con amigos en el bar de la esquina. Es una película hecha con el corazón, que logra transmitir el cariño que despertaba Najnudel (que murió de leucemia en 1998, a los 56 años) y su estatura humana y profesional. De todos modos, quizá no sea del todo interesante para el público que no está familiarizado con el básquetbol. Hay muchos sobreentendidos -recién al final, por ejemplo, nos enteramos de quién es cada uno de los que habla- y algunos tecnicismos que podrían haberse compensado con más datos sobre la vida de León fuera de las canchas.

"León, reflejos de una pasión"

Buena

Documental. Argentina, 2015. ATP R, 69’. De José Glusman. Sala: Gaumont

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29/04/15

“Una noche para sobrevivir”: Gloria y honor, sangre sin par

Crítica: Buena.Pese a que la historia es bien básica, hay tensión permanente, y el duelo de Liam Neeson con Ed Harris.

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Liam Neeson. Se enfrenta a un Ed Harris desencajado. FOTO: WARNER BROS.

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“Una noche para sobrevivir”

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por Pablo O. Scholz

pscholz@clarin.com

Disfrazarse de Papá Noel suele ser motivo de orgullo. No para Jimmy Conlon, el personaje de Liam Neeson en Una noche para sobrevivir. Y no es que la trama tenga que relación con la Nochebuena. No.

Jimmy Conlon es un pobre tipo, arruinado económicamente, que ruega un préstamo para calentar su hogar, pero el hijo de Shawn Maguire, un mafioso para el que supo hacer trabajos sucios, poco menos que lo humilla si quiere el dinero. Alcoholizado, la reunión de Santa Claus y los niños de la familia no termina bien.

Pero las cosas irán peor en esta tercera colaboración del muy solicitado Neeson como actor de acción con el catalán Jaume Collet-Serra, tras Desconocido y Non Stop (Sin escalas). Es que mata al hijo de Maguire cuano éste iba a asesinar al suyo. Hombre de códigos, Jimmy llama a Maguire y se lo cuenta. El, Maguire y el espectador ya saben lo que se viene, sin que deban recordar el título de la película en castellano.

Sí, es otra oportunidad para que un personaje de Neeson salve el pellejo de un pariente cercano (como en las Búsqueda implacable), pero aquí hay menos temblequeo de cámara, al menos se sabe quién persigue a quién, y quién golpea y es golpeado. Sin ser Una noche para sobrevivir un compendio del manual del buen clásico, el director de La huérfana intenta mantener la tensión todas las horas del título. A veces lo logra, otras la exageración en que ha caído el género de acción lo vence, y se desboca.

A favor de Una noche para sobrevivir está el elenco. De Neeson no hay mucho que agregar, si usted lo ha visto salvando a propios y extraños, sepa que aquí está un poco malhablado, pero sigue siendo un tipo de honor.

Honor y gratitud al gran Ed Harris, el mafioso que ante la muerte de su hijo no entiende de reglas ni códigos y se enceguece en perseguir a los Conlon, él y todo su clan. Harris es de los pocos actores que saben entrar y salir de Hollywood y mantenerse con entereza. No es poco.

"Una noche para sobrevivir"

Buena

Thriller. EE.UU., 2015. 114’, SAM 16. De Jaume Collet-Serra. Con: Liam Neeson, Ed Harris, Joel Kinnaman, Vincent D'Onofrio. Salas: Hoyts Abasto, Cinemark Palermo

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29/04/15

"Showroom": ¿Para ser, hay que poseer?

Crítica: Buena.Buenas actuaciones para contar con sencillez una historia mínima sobre un tema clásico: la alienación.

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Diego Peretti. Un tipo vencido, desahuciado: muy buen trabajo. FOTO: MAGOYA FILMS

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por Gaspar Zimerman

Es curioso que se promocione a Showroom como una comedia, porque es mucho más angustiante que graciosa. Seguramente se deba a que el protagonista es Diego Peretti, que probó ser un efectivo comediante en varias películas y programas de televisión, pero acá -en un muy buen trabajo- compone a un tipo vencido, desahuciado económicamente, que tiene horror al descenso social y hace lo que puede para seguir perteneciendo a la clase media porteña, aunque eso signifique irse a vivir a una casucha prestada en el Tigre y viajar todos los días a Capital para trabajar doce horas mostrando el prototipo de un departamento a construirse.

Fernando Molnar, que hasta ahora había dirigido documentales como Rerum Novarum o Mundo Alas, se alió a Lucía Puenzo (Wakolda) y el marido de ella, el escritor y guionista Sergio Bizzio, para escribir el guión de su primer largometraje de ficción. Y consiguió un debut prometedor con una historia mínima y un tema clásico: la alienación del hombre moderno. El planteo que subyace a Showroom es que, en un mundo en el que para ser hay que poseer,  la necesidad de trabajar va más allá de la urgencia de conseguir el sustento y cubrir las necesidades básicas; es, tanto para el protagonista como para mucha gente, la manera de mantenerse dentro de los estratos sociales que se suponen aceptables y no caer en la tan temida marginalidad.

Como contracara de esta asfixiante realidad, localizada en la agobiante ciudad, aparece una salida romántica: la naturaleza. La película intenta matizar su oscuridad contraponiendo el verde a los edificios (literalmente: la cámara viaja sin escalas, una y otra vez, del exuberante Delta al gris porteño). Lejos del cemento, parece decirnos Molnar, es posible volver a una dimensión humana de los días, a la vida en comunidad, a disfrutar momentos que la enajenación cotidiana impide percibir. Una idea que inquietó a la humanidad a través de la historia, desde los románticos hasta los hippies, y que a esta altura del partido parece un poco ingenua y perimida. O tal vez no: el debate, al parecer, sigue abierto.

"Showroom"

Buena

Drama. Argentina, 2014. ATP, 78’. De Fernando Molnar. Con Diego Peretti, Andrea Garrote. Salas: Hoyts Abasto, Village Recoleta

jueves, 23 de abril de 2015

El mejor CINE

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22/04/15

"Avengers: Era de Ultrón": La hora de pasar la posta

Crítica: Buena.Un malvado malísimo, superhéroes luchando entre sí, alguna traición y la presentación de una nueva generación.

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Stark/Iron Man/Downey Jr. El personaje y su última aparición.. FOTO: DISNEY

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Robert Downey Jr.,

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Pablo O. Scholz

pscholz@clarin.com

En la nueva era de los blockbusters hollywoodenses, parece que la regla es más y más. Si los principales superhéroes de Marvel tenían sus películas individuales, hace tres años se los juntó en el cine. Eran seis (Iron Man, Capitán América, Thor -todos con sus propios filmes-, Hulk, Viuda Negra y Ojo de halcón) y lograron, juntos, convertir a Avengers en la tercera película más exitosa de la historia.

¿Cómo no repetir la reunión, y agregarle más superhéroes?

Avengers: Era de Ultrón es el apresurado paso hacia el primer pase de antorcha entre los superhéroes. Algún intérprete ya no quiere saber nada -Robert Downey Jr.- y hay que renovar el staff de luchadores del Bien contra el Mal.

Pero vayamos más lento que el ritmo que tiene la película, que no tiene preámbulo y va directamente a los bifes. El sexteto está lidiando contra los malos en clara desventaja numérica, pero eso nunca fue un problema que los efectos especiales y el guión no pudieran resolver. Esos primeros diez minutos de Era de Ultrón se parecen, sí, a los diez primeros minutos de El planeta de los simios: Confrontación. La animación computarizada lo copta todo y ya la película parece un dibujo animado.

Después algo cambia. El Dr. Banner, cuando no se pone verdecito, y Tony Stark habían soñado con crear a Ultrón, pero el personaje tendrá vida e intenciones propias bastantes ajenas a las de su mentor (Stark), a partir de la inteligencia artificial. Así que de nuevo los seis saldrán a buscarlo y pelearlo, porque está en juego -fanfarrias- el futuro de la Tierra. Y los malos estarán ayudados por dos gemelos, Pietro y Wanda Maximoff (Aaron-Taylor Johnson y Elizabeth Olsen), como Quicksilver y Scarlet Witch, así que la(s) batalla(s) será(n) ardua(s) y extensa(s).

Para los fans, aquí está todo como servido en bandeja. En detrimento de la original, Era de Ultrón no tiene la sorpresa de la primera. Sí, dos batallas descomunales, y muchas traiciones -superhérpes buenos peleando entre sí-, una historia romántica más desarrollada (Hulk y Viuda Negra) y vueltas de tuerca que no conviene adelantar. Todo en los 141 minutos, a todo color, con o sin anteojos tridimensionales -no hay una utilización mayúsculamente valedera del efecto-, con guiños y cameos, mínima escenita al comenzar los créditos finales, gags y una sensación de abundancia tal vez desmedida.

No siempre más es mejor, pero en Era de Ultrón nadie parece detenerse un segundo -a pensar, a no correr- porque la idea es, de nuevo, ofrecer todo y ya. Para pasar la posta hay tiempo -no mucho: en 2018 y 2019 llegan las próximas pelis de los Avengers- y, habrá pensado Joss Whedon, que de eso se encarguen los que sigan.

Avengers: Era de Ultrón

Buena

Acción. EE.UU., 2015. 141’, SAM 13. De Joss Whedon. Con Robert Downey Jr., Chris Evans. Salas: Hoyts Abasto, Cinemark Palermo, Imax

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22/04/15

"El cuarto azul": Hipnótica, sensual, atrapante

Crítica: Muy buena.Puede verse como un thriller judicial -algo sucedió y se realiza una investigación policial-, pero ésta sería la manera menos disfrutable.

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Mathieu Amalric. Buen amante y esposo, que no es lo mismo...FOTO: IMPACTO CINE

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Pablo O. Scholz

pscholz@clarin.com

Sensualidad, intriga, complejidad, pecado, hipnotismo, concentración, contrastes: de todo ello hay en El cuarto azul, un thriller con sexo, crimen y sangre, obviamente, pero que escapa a la frialdad con que los compatriotas de Mathieu Amalric suelen contar este tipo de relatos.

Amalric se toma el trabajo, y luego lo traslada al espectador, de pensar un thriller, descontracturarlo, alterar el orden cronológico, dar pistas y obligar a pensar -o mejor a imaginar- qué es lo que en verdad sucedió en este cuarto azul en el que la lujuria, el deseo y la desesperación se aúnan entre la fatalidad y, si cabe, la satisfacción.

El cuarto azul puede verse como un thriller judicial -algo sucedió y se realiza una investigación policial-, pero ésta sería la manera menos disfrutable.

La primera vez que vemos a Julien (el propio Amalric) está pasándola excelente, de manera desenfrenada con una mujer. Luego descubriremos que son amantes. Y más tarde Juien será acosado por un juez, a partir de una autopsia.

Basada en la novela de Georges Simenon publicada en 1964, la película transcurre en el presente por lo que luce aggiornada, y, si bien es breve -dura escasos 76 minutos y uno quiere que siga, y siga-, ofrece suficientes pistas y contrapistas, marchas y contramarchas para mantenernos ocupados y, como decíamos, concentrados para no perder detalle.

El cuarto azul es la invitación a un viaje por la atribulada mente de Julien, como una odisea o pesadilla, donde la libertad de pensar, de creer y de ser se amalgaman en un personaje que sufre y vive ante nuestra bienvenida confusión. Gracias a Amalric por permitirnos ingresar a este laberinto en el que la música, la iluminación y las actuaciones, de él, de su pareja en la realidad y amante en la ficción, Stéphanie Cléau, y de Léa Drucker (su esposa en el filme) suman y propician toda una experiencia. El cine francés no suele permitirse estos arrebatos, y ni qué hablar del hollywoodense. Anímese y disfrute. A Julien parecía que no le había ido tan mal. ¿O sí?

El cuarto azul

Muy buena

Thriller. Francia, 2014. 76’, SAM 16. De Mathieu Amalric. Con M. Amalric, Stéphanie Cléau. Salas: Cinemark Palermo, Showcase Belgrano

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22/04/15

Bajo el signo de Highsmith

Crítica: Buena.El suspenso está muy bien logrado a partir de la tensión entre los tres personajes principales. Nunca sabemos qué planea cada uno.

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Matrimonio de bellezas. Viggo Mortensen y Kirsten Dunst. FOTO: ENERGIA ENTUSIASTA

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Gaspar Zimerman

Patricia Highsmith y el lenguaje audiovisual se llevan bien: veinte películas y un número similar de realizaciones televisivas se basaron en novelas o relatos de su autoría.

¿Qué es lo que tanto atrae de su escritura a los cineastas? Arriesguemos tres hipótesis: 1) Sus historias no caen en el esquema policial clásico del whodunnit, donde hay un crimen y queremos saber quién lo cometió. Highsmith invierte la carga del suspenso: sabemos quién es el criminal y no queremos que lo descubran. En lugar de identificarnos con un detective que va acercándose a la verdad, nos identificamos con un delincuente que la va ocultando; 2) Los protagonistas son complejos, polifacéticos y cambiantes: generalmente, como Tom Ripley, atractivos psicópatas que nunca develan sus intenciones últimas; 3) Las acciones se desarrollan en geografías bellas y/o exóticas, siempre fotogénicas.

Ambientada en los años ‘60, De amor y dinero -originalmente Las dos caras de enero- cumple con los tres puntos anteriores, y le agrega un cuarto: un triángulo amoroso, formado por el matrimonio de un apuesto veterano (Viggo Mortensen) y una atractiva joven (Kirsten Dunst) más un guía turístico y estafador de poca monta (Oscar Isaac). Los tres quedan enredados en una convivencia forzosa, de viaje por los paradisíacos paisajes griegos.

En su opera prima, el iraní -radicado en Gran Bretaña- Hossein Amini (guionista de Drive y 47 Ronin, entre otras), maneja a la perfección la tirantez entre los tres personajes y el arte de no mostrarnos qué es lo que cada uno se trae entre manos. Durante su lograda primera mitad, la película se acerca al clima de El talentoso Sr. Ripley, esa gran adaptación de Highsmith a cargo de Anthony Minghella (no parece casual que Max Minghella, su hijo, sea el productor ejecutivo de De amor y dinero). Pero después de llegar al pico de tensión con trabajo y paciencia, la bajada es a los tumbos, con un desenlace decepcionante. Que, hay que decirlo, respeta el espíritu de la novela: por una vez, echémosle la culpa a la magistral Patricia Highsmith.

De amor y dinero

Suspenso. Reino Unido/Francia/EE.UU., 2014. SAM 13 R, 96’. De Hossein Amini. Con Viggo Mortensen, Kirsten Dunst, Oscar Isaac. Salas: Lorca, ArteMultiplex

jueves, 16 de abril de 2015

Buen Cine en Buenos Aires

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15/04/15

"Big Eyes": Lo tuyo es mío

Crítica: Muy buena.Un personaje ingenuo, la mentira y la traición: tres ejes que Tim Burton maneja como pocos autores.

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Señor y Señora Keane. Christoph Waltz y Amy Adams. FOTO: DISTRIBUTION COMPANY

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Margaret -luego Keane- tiene muchos puntos en común con varios de los protagonistas de las películas de Tim Burton. Lo primero que se aprecia en esta pintora es su ingenuidad. Mezcla del Joven Manos de tijera y Jack Skellington, no ven o no creen en el Mal con mayúsculas, y no entienden que lo que les hacen -si los engañan, les mienten o les causan dolor- es para beneficio ajeno.

El asunto aquí es que Margaret no surgió de la imaginación de Burton, sino que aún vive, su historia es real y fue víctima -y partícipe- de un fraude colosal en el mundo del arte.

Ingenua o poco precavida, fácil de engañar y poco decidida, Margaret dejó que su segundo esposo, Keane, se apropiara de sus trabajos y los hiciera pasar como propios. Sus pinturas reflejan niños con grandes ojos tristones la mayoría de las veces, algo que obedecía a su infancia desdichada. Ella “confiaba en los ojos de los demás”, veía y volcaba en esos ojazos sus emociones y sentimientos; Margaret es de las que dicen que “los ojos son las ventanas del alma”.

Pues parece que Margaret, como decíamos al comienzo, no ve el mal aunque sí otras cosas en los otros, porque se dejó llevar por el embelesamiento y lo embaucador que resultó su esposo, que nunca agarró un pincel e intentaba vender como podía sus pinturas de las calles de París. Gran charlatán y aprovechador, Keane llegó a engatusar a figuras de Hollywood y venderle los cuadros de su esposa como si fuesen propios.

La mentira -y la traición- son temas que le interesan a Burton. Y aquí, cuando el ovillo se vaya haciendo más y más grande, será imposible para Keane desmadejarlo.

Keane bien pudo haber sido interpretado por Johnny Depp, alter ego de Burton durante mucho tiempo. Y Christoph Waltz, al encarnar al personaje, parece tomarle prestado algunos tics, que aquí parecen sobreactuados, sobre todo cuando la película pega un volantazo hacia el disparate. Como pasa con las películas de Woody Allen, cuando el neoyorquino no tiene el rol protagónico, y carga a su actor con sus modismos y actitudes gestuales. Es Amy Adams quien, desde la cordura y lo aplacada que es Margaret, empieza -y termina- ganándose la simpatía del espectador.

Visualmente el filme es un Burton, pero sin estridencias. Entiéndase: la dirección de arte no es kitsch, ni sobrecargada, ni expresionista, los paisajes por los que comienza a desandar el filme parecen pintados, y la música de Danny Elfman complementa y acompaña como en sus mejores intervenciones con Burton.

Un elenco de notables (Danny Huston, Jon Polito, Terence Stamp) completa la primera plana de esta película con la que Burton vuelve a hablar de lo que le gusta, pero sin fuegos de artificio.

Big Eyes

Muy buena

Drama. EE.UU., 2014. 106’, SAM 13. De Tim Burton. Con Amy Adams, Christoph Waltz Salas: Hoyts Abasto, Cinemark Palermo, Showcase Belgrano

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15/04/15

"Se levanta el viento": Talento que se va a extrañar

Crítica: Muy buena.Es su último largo animado, Hayao Miyazaki se pone más serio, y amplía su público potencial.

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Jiro Horikoshi. Como Miyazaki, el personaje debe abandonar su pasión. FOTO: FUERA DE LO COMUN

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Se levanta el viento

       

Tal vez la anunciada por el propio realizador como su despedida del cine animado, sea su obra menos fantasiosa. Lo que siempre logra Hayao Miyazaki va más allá de sus trazos reconocibles y su animación. Es el hombre que logró que nuestros hijos creyeran que los padres podían convertirse en animales, el que imaginó viajes y castillos increíbles y vagabundos. El mismo que hace ya un año y medio presentó Se levanta el viento como su última creación: sus problemas en la vista, sostuvo, le impiden seguir como realizador de largometraje.

John Lasseter, el mandamás de Pixar y creador de Toy Story, tiene (tuvo) a Miyazaki como su guía, el ejemplo a seguir. En Se levanta el viento el maestro nipón se aleja, decíamos, de un mundo surreal y fantasioso para contar una historia mucho más real, pero igualmente fascinante.

Jiro Horikoshi era un fanático de la aviación, que debió archivar sus sueños de piloto... por problemas de vista. Horikoshi se convirtió en un eminente diseñador de aviones en el siglo XX, en la Segunda Guerra Mundial. Y si los sueños y las alegorías siempre fueron material nutriente en las películas de Miyazaki, aquí todo se entremezcla con una historia de amor con una joven que tiene tuberculosis, y el extremo de crear aviones para la paz.

Tal vez Se levanta el viento no tenga al público infantil, si alguna vez Miyazaki lo tuvo, como principal destinatario. La trama no es sencilla, como tampoco lo son los problemas que enfrentan los protagonistas. Pero los temas que suele abordar Miyazaki, como la libertad, el temor a lo desconocido, el pacifismo, la naturaleza y sus secretos están para quien los quiera ver.

La extensión del filme puede ir precisamente en detrimento de la atención de los más pequeños, pero la película tiene escenas -Nahoto, la chica, en un monte con el viento soplando, algunos vuelos de los aviones- tan subyugantes que los chicos los retendrán en su cabeza.

Como pasó con la princesa Mononoke, Chihiro, el castillo vagabundo, Ponyo: todos seres que surgieron de la fantasía, seguro, pero que bien fueron tangibles y simpáticos a los ojos de grandes y chicos de todo el mundo.

Se levanta el viento

Muy buena

Animación. Japón, 2013. SAM 13, 127’. De Hayao Miyazaki. Salas: Cinemark Palermo, Showcase Belgrano, Hoyts Unicenter

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15/04/15

"Mis días felices": El amor durante el amor

Crítica: Buena.Una jubilada reciente, con tiempo, dinero y... un amante joven, en el centro de esta mirada sobre la madurez.

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Amantes. Julien (Laurent Lafitte) y Caroline (Fanny Ardant). FOTO: MIRADA

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Mis días felices,

Zimerman

         

Hace unos días, Horacio Guarany decía en este diario que jubilar de un día para el otro a una persona que se dedicó al mismo trabajo durante 40 años es matarlo. Y no se refería a una cuestión económica sino al excesivo tiempo libre, a la necesidad de la rutina como ordenadora de los días, a las motivaciones para vivir. En eso anda Caroline (una luminosa Fanny Ardant, bella aun sexagenaria y retocada), tratando de rearmar su vida ahora que dejó de ejercer la odontología. Tiene un marido, dos hijas, un nieto, suficiente dinero, y un montón de horas para llenar. Y ese vacío lo ocupa con un hombre veintipico de años menor que ella.

Lo interesante de Mis días felices es la mirada desprejuiciada, alejada de convencionalismos morales, sobre la infidelidad. No se la trata como algo condenable, sino como un hecho de la vida que puede suceder, que viene a compensar el inexorable decaimiento pasional del matrimonio y no implica dejar de amar a la pareja estable. Hay, además, una reivindicación del derecho de la mujer a ejercerla tanto como el hombre. En este aspecto se nota el toque de género de la directora Marion Vernoux (conocida por Nada que hacer y Reinas por un día), que deja constancia de su feminismo mostrando, sin caer en una bajada de línea explícita, que una jubilada puede tener más intereses que cuidar a sus nietos y prepararle la comida al marido.

Si algo realza estas posiciones es que no haya un trato peyorativo de los personajes masculinos. De hecho, en la dinámica de los vínculos de la protagonista con su amante y su marido están los mejores momentos de la película.

Mis días felices también plantea las posibilidades que hay de gozar de la vida en la tercera edad, cuando lo mejor parece haber pasado. Aquí es cuando flaquea: en primer lugar, porque ese contenido se concentra en pasos de comedia facilistas y demagogos que, en busca de la complicidad de las señoras espectadoras, son una desafortunada cruza entre las Mujeres alteradas de Maitena y Cocoon. Y, además, porque muestra una realidad bastante ajena a la de gran parte del mundo (incluyendo la Argentina): se enfoca en europeos que gozan de buenas jubilaciones y viven en una adorable ciudad a orillas del mar. Digamos que en esas circunstancias es bastante fácil ser optimista.

Mis días felices

Buena

Comedia dramática. Francia, 2013. 94’, SAM 16. De Marion Vernoux. Con Fanny Ardant, Laurent Lafitte, Patrick Chesnais. Salas: Lorca, ArteMultiplex

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15/04/15

Bafici: La militancia independiente

Dura once días.Hoy empieza el Festival. Los directores de los cuatro filmes argentinos en la Competencia Internacional hablan de sus películas y expectativas.

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A sala llena. Como en todas las ediciones, varios títulos empiezan a tener sus entradas agotadas mucho antes de exhibirse en el Village Recoleta.

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Bafici,

Carlos Quintela,

Juan Schnitman,

Laura Citarella,

Sebastián Quebrada,

Verónica Llinás

“Hay que defender y seguir militando el Bafici”, dice Laura Citarella, quien dirige junto a la actriz Verónica Llinás La mujer de los perros. Su película es uno de los cuatro filmes argentinos, algunos coproducciones, en la Competencia Internacional del festival que empieza hoy con la inauguración oficial. Un cine que se hace acá, más latinoamericano que nunca.

Allí se enrolan El incendio, de Juan Schnitman, y las dos películas que hacen honor a este cruce de miradas continentales: Días extraños, del colombiano Sebastián Quebrada, y La obra del siglo, del cubano Carlos Quintela. Para esta entrevista, Clarín cruzó e-mails con los realizadores, dispersos por el mundo, como Quintela, que nos escribió desde Japón, donde trabaja en su tercer filme: “Llegué hace 7 años a Buenos Aires y una de las primeras cosas que viví fue esa extraña euforia colectiva en el Bafici”. Quebrada recuerda “compartir en sociedad el amor por el cine, que en Colombia era sólo un placer individual”. Hablan de su relación con el festival, de sus filmes y de lo que significa trabajar en la Argentina hoy, vengan de donde vengan.

Compiten en la categoría central del Bafici, ¿qué expectativas tienen?

Citarella: Filmamos esta película durante casi tres años. Con un equipo de rodaje pequeño, donde éramos cinco chicas y 12 perros. Un esfuerzo enorme. Se estrenó en el festival de Rotterdam y se vio también en Nueva York, pero siento como si el verdadero estreno fuese ahora. Estamos en casa.

Llinás: Aunque me hace ruido la palabra competencia, prevalece en mi ánimo la felicidad y los nervios de que la película se dé por fin en la Argentina, llena de amigos, de hienas y de amigos-hienas.

Quebrada: Días extraños es mi opera prima, estar acá es un lujo.

Quintela: Regresar a Buenos Aires, compartir con amigos, discutir, reír, aprender, comer una fugazzeta, ver cómo el público reacciona y conocer a nuevos cineastas. El festival es una fiesta de cine, con el rigor y la comodidad del español.

Schnitman: Cuando el Bafici comenzó en 1999 nunca hubiese imaginado presentando una película en la Competencia Internacional. Es un doble orgullo, por estar lado a lado en esta categoría con Laura Citarella, grandísima amiga.

¿La Argentina es un buen lugar para hacer cine?

Citarella: Para el cine independiente, sí. Los sistemas de producción chicos que nos hemos visto forzados a inventar se perfeccionaron mucho en los últimos años, y han dado como resultado muy buenas películas. Muchos cineastas hemos logrado producir con este sistema de trabajo, haciendo de eso también un sistema estético.

Llinás: Nuestro filme está hecho por fuera de cualquier tipo de apoyo estatal, daría lo mismo en qué país estuviera. Pero aquí hay una tradición de cine independiente que nos ampara. Nos enseñó que es posible hacer cine con pocos recursos, con riesgo y con libertad.

Quebrada: Siendo extranjero, considero que la Argentina es un muy buen lugar para hacer cine independiente. Conté con un gran apoyo por parte de la Universidad del Cine. No necesitas gastar una fortuna para tener un nivel profesional en lo que haces, pues acá hay mucho talento en todas las áreas.

Schnitman: Los apoyos oficiales son numerosos. Hacer películas de manera independiente es arduo, pero no tan difícil. Las ganas de contar historias es tan grande que vence cualquier obstáculo. Además, la formación de actores y de técnicos es excelente.

Quintela: En Cuba hay potencial. Salen de la escuela todos los años cineastas muy capaces, pero el entorno del país no favorece el desarrollo del cine. Las coproducciones son el único camino para los que queremos hacer cine. Cuba te rompe la lógica, te obliga a buscar nuevas variantes a la hora de contar. Como realizador esto es un plus.

¿Qué esperan del cine, y qué pueden aportarle al cine?

Llinás: Belleza.

Quebrada: Que no muera. Aportar algo es demasiado pretencioso, tal vez algún día pueda aportarle algo al cine colombiano en concreto.

Schnitman: Espero todo, luego de la experiencia ridículamente feliz que fue hacer El incendio, no tengo dudas de que voy a intentar hacer todas las películas que pueda.

¿Qué relación que los une con el tema de sus películas?

Citarella: Esta película arrancó siendo un proyecto personal de Verónica (Llinás). Empezó a tomar forma y a cobrar vida en mi cabeza cuando entendí su relación con ese espacio que estábamos filmando. Me une profundamente a este filme cierta idea de ‘conquista del espacio’.

Llinás: Ella vive con perros y yo también. Ella prefiere la primavera al invierno, y yo también. Ella va a morirse, y yo también.

Quebrada: El tema en mi película son las posibles situaciones que viven los extranjeros acá, llevadas al extremo, son situaciones que viví o vi que sucedían en mi entorno.

Quintela: Odié tener que hacer una película artesanal, pero hubiera sido muy mala elección querer hacerla de otra manera, entonces se hizo así. Hay amor y odio.

Schnitman: Cuento una historia con elementos muy cercanos a los treintañeros, las crisis de pareja, la compra de la primera casa. Todo está retratado con un nivel de violencia que afortunadamente no tiene que ver con mi vida cotidiana.

¿Qué les gustaría que se diga de ustedes y de sus películas?

Llinás: Si alguien fuera capaz de entrever en nuestro filme la presencia de aquellos espíritus, eso estaría muy bien.

Quebrada: Que digan “ojalá este chabón haga su segunda película”. Que no digan “ojalá este chabón no vuelva a filmar más”.

Schnitman: Me interesa mucho ver cómo es recibido, lo que se diga sobre mí me resulta secundario.

Quintela: Me gustaría ver cosas nuevas en la película cuando lea una reseña, o me cruce con alguna opinión, redescubrirla a través de los detalles que otros ven. No me gustaría que utilizaran la película para hablar de política, se puede hablar de las dos cosas.

Inauguración x 2: Recoleta y Parque Centenario

El festival arranca hoy, a las 19 horas en el Village Recoleta. Será con la proyección de El cielo del Centauro, de Hugo Santiago, el director argentino radicado en Francia. Así mismo, a las 20 será la apertura del Baficito en el Anfiteatro del Parque Centenario. Se exhibirá el filme de animación The Tale of the Princess Kaguya, del japonés Isao Takahata.

Sólo una guía...

Son más de 400 filmes, así que imposible ver todo. Sí podemos dar una guía de lo que convendría no perderse, con foco principal en Panorama: Citizenfour, de Laura Poitras; Taxi, de Jafar Panahi; Le maraviglie, de Alice Rohrwacher; P’titt Quinquin, de Bruno Dumont; Hermosa juventud, de Jaime Rosales; La sapienza, de Eugène Green; Hill of Freedom, de Hong Sangsoo; Jia Zhang-ke, un hombre de Fenyang, de Walter Salles; Cavalo dinheiro, de Pedro Costa; La vida de alguien, de Ezequiel Acuña.

En Vanguardia y Género, dan Victoria, de Sebastian Schipper, y A Girl Walks Home Alone At Night, de Ana Lily Amirpour. En Música, Love and Mercy, de Bill Pohlad. Y en el Baficito, The Tale of the Princess Kaguya, de Isao Takahata.

Sedes y precios

Las sedes del Bafici son diversas, y no todas estarán enteramente abocadas al festival. Ellas son el Centro Cultural Recoleta, el complejo Village Recoleta (sus diez salas), el Village Caballito (salas 4 y 7), el Teatro Colón, las salas 1 y 2 del Centro Cultural Gral. San Martín, la Sala Lugones del Teatro San Martín, la Usina del Arte, el Anfiteatro del Parque Centenario, el Planetario, el Malba, la Fundación Proa, el ArteMultiplex Belgrano y la Alianza Francesa. Las entradas cuestan $30 ($25 estudiantes y jubilados). Información completa: http://festivales.buenosaires.gob.ar/2015/bafici/es.

lunes, 13 de abril de 2015

Hoy Literatura

Lunes 13 de abril de 2015, 17:36hs.

Entrevista con Ñ: “Somos las historias que vivimos”

En 2012, antes de su visita a la Feria del Libro, el escritor uruguayo habló en una entrevista con Clarín sobre el racismo y el militarismo. Y recordó a Osvaldo Soriano.

Por Daniel Viglione

“Uno siempre tiene orgullo de sus hijos pero a veces los querés agarrar del cuello”, dice Galeano sobre un libro como “Las venas abiertas de América Latina”.

“Uno siempre tiene orgullo de sus hijos pero a veces los querés agarrar del cuello”, dice Galeano sobre un libro como “Las venas abiertas de América Latina”.

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Sentado en su mesa de siempre del Café Brasilero, un boliche que desde 1877 tiene en cada uno de sus rincones el murmullo poético de los hombres que creen en quimeras, el escritor uruguayo Eduardo Galeano conversó con Ñ de su trabajo más reciente: Los hijos de los días, un libro-calendario con 366 historias que se escapan de las convenciones literarias y componen un caleidoscopio histórico que va desde Adán y Eva a las islas Malvinas, pasando por las pesadillas de Macarena Gelman a los sueños de Rita Levi Montalcini.

Entre uno y otro café, el autor de Las venas abiertas de América Latina dejó que sus palabras se confundieran con el silencio y buscó que fueran los gestos los que encontraban una respuesta para hablar de esos amigos entrañables que ya no están pero que todavía gambetean en su memoria como si fuesen derecho al arco: algunos metiendo un gol en el ángulo y otros mordiendo el polvo de un penal que nunca le cobraron.

Así, de a ratos, Galeano fue recordando a Osvaldo Soriano y Haroldo Conti; fue hablando de la revista Crisis y de sus largos años en el exilio, en el que parió su trilogía Memoria del fuego. Juntando las puntas de sus dedos una y otra vez, como si estuviera subrayando sobre la mesa cada una de sus ideas, este hombre de 71 años de edad fue remarcando sin vacilaciones sus obsesiones, poniéndole nombre propio a esos personajes que la historia oficial ha olvidado sistemáticamente pero que para él son los verdaderos e imprescindibles protagonistas de la historia.

Con una sonrisa que en su rostro no hace más que dibujar el goce que siente por la vida, el autor de El libro de los abrazos se mostró tal como es y abrazó con su mirada todo lo que le rodeaba, entrecerrando sus ojos intensamente celestes apenas una o dos veces, como si de lejos le llegara la música que un viejo organillero toca desde alguna plaza de Ciudad Vieja y que a él le traen historias para contar y ser contadas.

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La presentación de Galeano en la Feria del Libro de 2012

-Si bien viaja seguido a Buenos Aires, la Feria del Libro no es un lugar que lo tenga como habitué. ¿Qué lo tentó a viajar ahora?

-Es verdad, hace mucho tiempo que no voy a la Feria y no recuerdo cuánto hace de eso. ¿Qué me tentó? No lo sé. Creo que esto mismo, esto de no ir hace mucho tiempo porque, por lo demás, es decir por mi contacto o comunicación con los argentinos, con los lectores argentinos y con toda la gente, eso que llaman público, que es una palabra complicada de usar porque parece que uno estuviera vendiendo un espectáculo y no es así, siempre ha sido excelente y muy intensa, muy verdadera. El año pasado, por ejemplo, estuve en Tucumán, Jujuy y otros lugares y fue realmente increíble, porque tuve la sensación, y además sentí, que las palabras pueden tener dedos, es decir, que tocan a quien las lee y que esa relación casi física de la palabra con el lector vibra con mucha intensidad. Esto lo siento cada vez que cruzo el charco y me reencuentro con ese país que también siento que es mío.

-¿Por qué?
-Por muchas cosas, pero al fin y al cabo por una experiencia que para mí fue formidable: la revista Crisis, que fundé y dirigí casi hasta el final. Con Crisis queríamos demostrar que la cultura popular existía, que la cultura no era la que las voces del poder señalaban como tal sino que era otra cosa con fuerza propia y que lograba expresar una memoria colectiva.

-Crisis no fue sólo una revista cultural emblemática sino también una revista cultural que se vendía y mucho.
-Algo que era raro, sí. Es cierto, Crisis se vendía muchísimo y no te miento si te digo que llegamos a vender más de 35 mil ejemplares. Eso fue antes de que la crisis económica se llevara por delante a la revista Crisis. En un punto se hizo insostenible seguir adelante porque el precio del papel impreso no compensaba el costo del papel desnudo. Parece mentira que una revista que daba superávit y que pagaba sueldos decorosos a un equipo muy mínimo de gente no se pudiera bancar más. Pero así fue y así se fue una de las más lindas funciones que tuve y que muchos teníamos: reivindicar una manera de promover la cultura, una manera que no era la tradicional. Como dije recién, en Crisis creíamos que la cultura era una forma de comunicación o no era nada, por lo tanto, de lo que se trataba era de comunicarse.

-Pero comunicarse implica un ida y vuelta. ¿Eso lo logró?
-Sí, porque nosotros no sólo escribíamos para ser leídos, también tratábamos de recoger las voces de la calle y de la realidad y en eso sí que hubo idas y vueltas. Mientras la revista duró sus 40 números, que por cierto dejaron una huella dentro y fuera del país, lo logramos. Fue una experiencia exitosa, porque pudimos darle su espacio a las voces jamás escuchadas o rara vez escuchadas. Por eso siempre digo que discrepo con mis buenos amigos de la Teología de la Liberación cuando dicen que quieren ser la voz de los que no tienen voz. Eso no es así. Todos tenemos voz y algo que decir, algo que merece ser escuchado, celebrado o perdonado por los demás.

-¿Qué compañero de aquel equipo recuerda ahora?
-Haroldo Conti, mi hermano del alma, con quien compartí un barquito en el Tigre. De hecho tenía la llave de su casa en la isla. A Conti que, como se sabe ahora, fue secuestrado, torturado y asesinado por la dictadura. Lo deshicieron en la tortura y después lo arrojaron al agua. Conti, que había sido el gran escritor del río, terminó comido por los tiburones.

-¿Y Osvaldo Soriano? Se lo pregunto porque hace muy poco se cumplieron los 15 años de su muerte y sé que fueron amigos.
-Sí, un amigo entrañable. El Gordo era una maravilla. Nos entendíamos riendo. Soriano, además de ser un espléndido escritor dotado con una gran capacidad de comunicación, algo que para algunos académicos resultaba pecaminoso, era un tipo muy querido y querible. No había quien no lo adorara al Gordo.

-¿Pero, en cierto modo, esa popularidad no lo lastimó un poco a Soriano? No él a sí mismo, pero el marketing que las editoriales montaron sobre su figura.
-Sí, lo lastimó, pero no un poco sino mucho. El éxito le hizo daño al Gordo. Pero no porque él escribiera para vender o para ser exitoso sino porque empezó a firmar contratos esclavistas que lo obligaban a entregar un libro nuevo en una fecha determinada y con determinadas páginas. Eso que para él había sido un placer, me refiero al hecho de escribir, se fue convirtiendo en un deber. Eso le minó la salud. Pero bueno, para mí será siempre aquel amigo con el que nos quitábamos la palabra para ver quién mentía mejor y con más ganas.

-Y para ver quién sabía más de fútbol, ¿no? ¿Es cierto que nunca lo pudo llevar a los partidos que Crisis hacía contra otros escritores?
-Es cierto. Nunca pude convencerlo de ir, sobre todo por el horario, porque el Gordo vivía de noche y escribía de noche. A las diez de la mañana, que era cuando nos juntábamos, todos los miércoles, en una canchas de Palermo, el Gordo se iba a dormir. Para él esa era una hora pornográfica. Fue una pena que el Gordo no pudiera integrarse a esas parrandas. Pero vivir de noche le servía de coartada para que nunca nadie lo viera jugar, por más que él contaba sus hazañas, que eran como las de Messi hoy.

-Nadie lo vio jugar, pero cómo le gustaba y escribía sobre fútbol.
-Fue una pasión que compartimos mucho, a tal punto que una vez me hizo una trampa. Cuando escribí El fútbol a sol y sombra él quería que pusiera que el mayor goleador de toda la historia del fútbol argentino había sido José Sanfilippo, jugador de San Lorenzo, el equipo del Gordo, y también de Nacional, que era mi equipo. Soriano decía que aquello era un justo homenaje. Pero el tema es que no era verdad. El mayor goleador había sido, en aquella fecha cuando se publicó el libro, el paraguayo Arsenio Erico, que metía más de cuarenta goles por temporada. El punto es que el Gordo me tendió esa trampa para ver si yo caía y por suerte no caí. Después se mataba de la risa.

-Pero en ese libro hay un texto de Soriano, ¿no?
-Sí, y creo que es la mejor página del libro. Se trata de una carta que él me escribe contándome, justamente, un gol de Sanfilippo, un gol imaginario, porque se trata de un gol en medio de un supermercado, que es en lo que se transformó la cancha de San Lorenzo. En la carta, el Gordo cuenta cómo Sanfilippo elude góndolas y termina haciendo un gol donde están las cajas. Es un texto lindísimo y para mí es lindísimo que ese libro haya querido también ser suyo.

-¿Por qué “Los hijos de los días”, su libro más reciente, tiene la forma de un calendario? ¿Esta estructura no lo condicionaba un poco?
-El título tiene que ver con El Génesis según los mayas, quienes dicen que el tiempo funda el espacio. “Y los días se echaron a caminar. Y ellos, los días, nos hicieron. Y así fuimos nacidos nosotros, los hijos de los días, los averiguadores, los buscadores de la vida”. Eso es lo que escribí a modo de introducción. En este sentido los mayas no se equivocaron. Yo creo que fuimos nacidos hijos de los días, porque cada día tiene una historia y nosotros somos las historias que vivimos, las que imaginamos, las que nos esperan. A partir de creer en esto surge luego el formato, la estructura libro-calendario, que en parte sí me encadenó a una forma pero no al ángulo que podía darle a cada historia. Siempre digo como ejemplo que, visto desde el punto de vista de una lombriz, un plato de espaguetis es una orgía. En Los hijos de los días hay una estructura fija pero que varía según el foco de cada historia. Cuando tuve claro que era una idea que servía y que podía convertirse en un libro, las historias empezaron a llegar solas, tocándome la espalda para que las contara.

-¿Pero la historia del 29 de febrero le tocó la espalda o la tuvo que buscar a sol y sombra?
-Eso está bien, porque todavía no dijimos que el libro tiene 366 historias y no 365. Esto fue más por cábala que por otra cosa, porque sentí que me iba a dar más suerte si lo hacía bisiesto, como el año en el que estamos.

-Pero insisto, el 29 de febrero es un día raro y rara debe haber sido la búsqueda de esa historia...
-Es un día raro porque tiene la manía de fugarse del almanaque cada cuatro años. Pero sí, lo confieso, no fue fácil encontrar una historia que ocurriera un 29 de febrero. Ahora, mirá cómo son las cosas que la encontré de pura casualidad leyendo un libro de la historia del cine. Releyendo algo del año en el que yo nací, 1940, que también era bisiesto, encontré que Hollywood había otorgado ese día casi todos los premios Oscar, ocho en total, a la película Lo que el viento se llevó , que es claramente una película racista o al menos un himno de nostalgia por la esclavitud perdida. Para mí, en ese día raro, no fue raro que Hollywood continuara con su tradición racista en el cine, ya que el primer gran éxito del cine mudo estadounidense fue la película El nacimiento de una nación , realizada por David Griffith, quien cuenta el nacimiento de Estados Unidos, claro está, pero que en el fondo se trata de un himno al Ku Klux Klan. Fijate que en la misma época en que colgaban a los negros de los árboles por el delito de haber mirado a una mujer blanca, Griffith estrena en la Casa Blanca The Birth of a Nation , una película cuyos textos de subtítulos fueron escritos por el mismísimo presidente de los Estados Unidos, el señor Woodrow Wilson, un tipo al que se veneraba como un campeón de la libertad, un tipo que decía que Dios había enviado al Ku Klux Klan para salvar a la civilización occidental y cristiana que estaba siendo amenazada por la libertad de los negros.

-El racismo, el machismo, el militarismo... hace tiempo que estos temas se han vuelto obsesivos en su obra y en “Los hijos de los días” no se quedan atrás.
-Sí, son mis obsesiones, porque el machismo, el racismo, el elitismo, el militarismo y otros ismos nos han ido dejando ciegos de nosotros mismos. Ignoramos la plenitud de la belleza que nos rodea. Siempre digo lo mismo: tenemos que recuperar el arco iris terrestre, que para mí es lo más importante de todo, porque tiene muchos más fulgores y colores que el arco iris celeste. El arco iris terrestre somos tú y yo, somos todos nosotros, los humanitos, un arco iris mutilado por todo esto que hablamos, el machismo, el elitismo o el militarismo, que hoy por hoy se refleja en un hecho muy concreto: el mundo está destinando tres millones de dólares, por minuto, a la industria militar, que es el nombre artístico de la industria de la muerte, mientras que al mismo tiempo, por minuto, mueren de hambre o de alguna enfermedad curable quince niños.

-¿Pero no siente que recuperar ese arco iris es como ir a una pelea condenada o pautada de antemano al knock out?
-No, porque creo en la fe de la condición humana y en esa fiesta que puede ser la vida, arruinada por los amos del mundo, pero que sigue siendo una fiesta posible. Por eso todo lo que escribo está impregnado en esa fe en el otro, de lo contrario sería lúgubre, sería pura denuncia. Si uno ama de veras la vida es lógico que combata a lo que se opone a que la vida florezca. Sería muy hipócrita que yo propusiera la vida como una fiesta sin oponerme a los enemigos de esa fiesta.

-El año pasado se cumplieron cuarenta años de la edición de “Las venas abiertas de América Latina” y en éste se cumplen los treinta de “Memoria del fuego”, dos de sus títulos más emblemáticos. Sin embargo, hace poco usted dijo que con “Las venas...” le pasa lo mismo que a Quino con Mafalda...
-Es que uno siempre tiene orgullo de sus hijos pero a veces los querés agarrar del cuello. Es decir, para mí es una satisfacción enorme haber escrito un libro que sobrevivió a más de una generación y que sigue estando vigente, pero a la vez me genera una enorme tristeza porque el mundo no ha cambiado en nada. Para mí sería mejor que ese libro estuviera en un museo de arqueología junto a las momias egipcias, pero no es así. La gente, no toda pero mucha, me identifica con ese libro y eso es como si me invitaran a morir. Es como si no hubiese escrito nada más desde la década de 1970. Y no es así, después de eso escribí mucho y cambié mucho. Pero bueno, es un libro que corrió con distintas suertes: perdió el concurso de Casa de las Américas, la primera edición nadie la compraba y así anduvo más de un año. Todo hasta que la dictadura militar me hizo el inmenso favor de prohibirlo, y no hay mejor publicidad que la prohibición. Otra de las paradojas que tuvo Las venas... fue que en Uruguay entró libremente en las prisiones militares durante los primeros seis meses de la dictadura. Los censores no entendían un pito y creyeron que era un tratado de anatomía, y como los libros de medicina no estaban prohibidos, Las venas... entró. Eso fue hasta que alguno se despabiló y dijo que había que quemarlo.

-Y “Memoria del fuego” es, por lejos…
-El esfuerzo mayor.

-Y una obra…
-Muy ambiciosa.

-Y bien lograda.
-Bueno, creo que al menos no fue un fracaso, que valió la pena. Me llevó diez años de trabajo y en total mil páginas que abarcan toda la historia de América vista desde el ojo de la cerradura. Mejor dicho, la historia grande vista desde las historias chiquitas. Ese libro fue el que me abrió el camino que después desarrollé en Patas arriba , Bocas del tiempo , Espejos . Un camino en el que tengo la certeza de que el internacionalismo vale la pena. No la globalización, porque se confunde cada vez más con la dictadura universal del dinero, pero sí el internacionalismo en el sentido de que puedo ser compatriota de otra gente nacida en otro suelo muy distante del mío y de que puedo ser contemporáneo de gente nacida en tiempos remotos.

-Diez años y mil páginas. Eso hace 30 años. Imagino que debe haber implicado un esfuerzo enorme, al menos en lo que se refiere a documentación e investigación.
-Sí, porque fue escrito en una época en la que no existía Internet. Es decir, yo estaba condenado a vagar de biblioteca en biblioteca, tomando apuntes. En eso el exilio me ayudó, porque a pesar de que la dictadura uruguaya me negaba el pasaporte, viajaba con uno que había conseguido de Naciones Unidas, que era un pasaporte con dos rayitas negras, que era el que se usaba para los terroristas. Imaginate, siempre me sacaban de la fila, pero peor era nada. Con eso conseguí viajar mucho y participar en actos solidarios a beneficio de las familias de los prisioneros políticos latinoamericanos. Eso me obligaba a andar mucho y en cada destino encontraba justamente lo que no había buscado.

-A propósito de este periplo junto a familiares de desaparecidos y detenidos políticos, ¿cómo ve la paradoja de que haya sido el presidente José Mujica quien haya tenido que asumir la responsabilidad del Estado por la desaparición de María Claudia García de Gelman?
-Me pareció un buen discurso y además, lo que hizo el gobierno de Uruguay fue cumplir con una sentencia de la Corte Interamericana de Derechos Humanos. Pero eso es una cosa y otra es confundir las barbaridades que pudieron haber cometido o no grupos guerrilleros. Para mí no se puede confundir esto con el aparato feroz que montó el terrorismo de Estado en nuestros países al servicio del mercado común de la muerte. Dicho sea de paso, en Los hijos de los días hay una historia que me contó Macarena Gelman y que yo la escribí con su permiso, que es la historia de sus pesadillas. Una historia muy terrible pero de una rara hermosura, porque se trata de una continuidad entre una madre y su niña que sueña las pesadillas que su madre había vivido mientras la estaba modelando en su vientre.

-Antes de comenzar la entrevista dijo que “Los hijos de los días” tuvo once versiones y que fue Helena Villagra, su mujer, la lectora más cariñosa e implacable del libro. ¿Qué lectura hace usted de sí mismo?
-La de mi vida, porque mi vida está en los libros que escribí.

-Pero antes dijo que si lo recuerdan sólo por “Las venas...” es como si lo invitaran a morir. En este sentido, dado su trayectoria y reconocimiento internacional, ¿ha tenido muchas propuestas de contar su vida?
-Sí, muchas, pero vuelvo a decir lo mismo: mi vida está en los libros que escribí y en los que voy escribiendo. Para mí una biografía o autobiografía sería redundante. Me aburriría. Yo, como tema central, me aburriría. A mí me gusta más sentir que formo parte de algo más tentador, más confuso, más amplio, hondo y contradictorio que yo mismo.

-¿Qué cosa que sabe que hizo mal o que fue mal vista por los demás volvería a repetir?
-No, eso no te lo podría decir, sobre todo porque no me he puesto a hacer ese tipo de balances. Viví la vida que viví y la sigo viviendo con sus luces y sus sombras. Sinceramente no puedo distinguir una frontera nítida en la que haya guardias aduaneros que controlen el paso de lo que estuvo bien o mal, ni cuál es la zona de los errores y cuál la de los aciertos. No sé cuál es mi cielo ni mi infierno porque esas discusiones no coinciden con la realidad que conozco. El cielo y el infierno están dentro de nosotros mismos y cada uno sabe cómo manejar cuando uno u otro se desata.

-Según “Los hijos de los días” el tiempo funda el espacio, somos hijos de los días pero sobre todo del tiempo. Luego de tantos cielos e infiernos, ¿qué le pediría al tiempo?
-No te podría contestar eso... Nada. No sé. Quizá me suscribiría a una frase de Rita Levi Montalcini, esa mujer que en los tiempos duros de la dictadura de Mussolini estudió las fibras nerviosas y lo hizo escondida en el baño de su casa. Años más tarde, en 1986, recibió el Premio Nobel de Medicina y dijo: “El cuerpo se me arruga, pero el cerebro no. Cuando sea incapaz de pensar, sólo quiero que me ayuden a morir con dignidad”. ¿Qué es lo que yo le pediría al tiempo? Eso, que me permita morir con dignidad.

jueves, 9 de abril de 2015

Buenos Estrenos

Clarin.com

Extra Show

Cine

09/04/15

"En tus zapatos": Con ribetes fantásticos

Crítica: Buena.La comedia que protagoniza Adam Sandler viene con buenas actuaciones y moraleja.

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Costumbrismo. De Nueva York, en la comedia con Adam Sandler. FOTO: ALFA FILMS

Aunque exude sentimentalismo, bondad, costumbrismo barrial neoyorquino y recurra a un viejo truco del cine, el de un protagonista que puede convertirse en otro, En tus zapatos logra un balance llevadero en el conjunto, en parte, gracias a las actuaciones.

A Adam Sandler le queda calcado el traje de esta comedia dramática con ribetes fantásticos. Max Simkin, su personaje, es un apocado zapatero de familia judía, cuarta generación de zapateros para nada feliz con su rutinario negocio en el Lower East Side de Nueva York, una zona invadida por inescrupulosos inversores inmobiliarios, donde conviven los viejos habitantes del barrio judío y amigos entrañables como su vecino el barbero (Steve Buscemi) con los nuevos ricos promotores de un boom inmobiliario que lucen codiciadas y hermosas mujeres y tienen choferes para manejar sus costos autos. Choque de mundos.

Pero pronto podrá reconciliarse con su historia el atribulado Simkin, haciendo uso de una máquina para coser suelas que heredó de su abuelo. Si arregla un zapato con esa vieja máquina y luego se los calza, inmediatamente adquiere la fisonomía de su dueño. La voz y el acento. Así, entre capelladas, suelas y costuras, vamos conociendo a los personajes del barrio, y también la consternada historia de Simkin que vive todavía con su madre, abandonados ambos hace años por su enigmático padre, que fue también  zapatero (Dustin Hoffman).

“Para conocer a un hombre hay que ponerse en sus zapatos”, dice el primer slogan de la película. Y eso hace Max, que gracias a su vieja máquina, puede ser quien quiera sin evitar el costo de esa conversión. Gracias a ese intercambio de roles, la historia avanza en varias direcciones, con Max tratando de ayudar aquí y allá, convirtiéndose en otros para ser él mismo. Así se las verá con un temible gángster, con una corrupta empresaria inmobiliaria y con su propia historia, la de una familia artesana, dueña de un oficio y de una mirada del mundo, mundo en el que todavía puede hacerse un lugar más allá.

Una historia de familia, de amor, un policial cómico apoyados en el realismo mágico de una transformación con moraleja: la de vivir tu propia vida.

En tus zapatos

Buena

Comedia. EE.UU. 2014. 97’, SAM 13. De Thomas McCarthy. Con Adam Sandler, Ellen Barkin, S. Buscemi. Salas: Hoyts Abasto, Cinema City

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Cine

09/04/15

"La Bella y la Bestia": Un cuentito más oscuro

Crítica: Buena.Una versión también con licencias del célebre cuento de hadas, pero más oscuro, lo que no quiere decir mejor.

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Léa Seydoux. La francesa de “La vida de Adèle” es la Bella de la película.

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Vincent Cassel

         

La Bella y la Bestia era -es- un clásico mucho antes de que Disney hiciera su exitosa película de animación en 1991. Ya se sabe que la empresa del ratoncito adapta a su antojo los relatos, agregando o suprimiendo subtramas, personajes o lo que fuera.

La versión con actores que se estrena hoy, dirigida por Christophe Gans (Pacto de lobos, la terrorífica Silent Hill) es una coproducción francogermana y también se toma sus licencias, pero sigue más de cerca la versión de Jeanine-Marie Leprince de Beaumont que el dibujito ganador de dos Oscars. 

Aquí Bella no es hija única, sino que tiene dos hermanas mayores, y papá no es un inventor, sino un mercader rico que se convierte en pobre. Y Bella es la menor de 6 hermanos. Y el asunto de la rosa es un encargo que la bella Bella le pide a su padre, ya que es lo único que no logra crecer en la campiña, donde se mudaron dejando las riquezas de la ciudad. Porque Bella es pobre.

No es pobre esta superproducción (30 millones de euros), con un elenco importante, y la que no se escatiman esfuerzos en la escenografía, los efectos visuales y, también hay que decirlo, cierto morbo y violencia.

Léa Seydoux (Emma en La vida de Adèle, estará en la próxima de Bond) en poco cumple 30 años, así que de joven virginal ya no da. En verdad, a su personaje le pone mucho amor y romanticismo, pero le falta la cuota de carisma imprescindible. Vincent Cassel (Irreversible) es el Príncipe/Bestia, y es otra elección curiosa de casting, porque el ex de Monica Bellucci no suele mostrarse en este tipo de películas ni ser todo candor. André Dussollier es el padre, siempre afiebrado, y el cantábrico Eduardo Noriega, el bandido, en estao más oscura versión del cuento de hadas.

La Bella y la Bestia

Fantasía. Francia/Alemania, 2014. 113’, SAM 13. De Christophe Gans. Con Léa Seydoux, Vincent Cassel. Salas: Monumental, Hoyts Dot

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Extra Show

Cine

09/04/15

“El viaje más largo”: El juego de las lágrimas

Crítica: Regular.Es un dramón con malas actuaciones que intenta hacernos llorar por todos los medios posibles.

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Drama romántico. Con Scott Eastwood y Britt Robertson. FOTO: FOX

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Britt Robertson.,

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George Tillman Jr.,

Scott Eastwood,

Zimerman,

“El viaje más largo”

         

El verdadero responsable de El viaje más largo no es George Tillman Jr., el director, sino Nicholas Sparks, guionista, productor y autor de la novela en la que está basada la película. Sparks es un exitoso escritor de best sellers, dramas románticos que buscan tanto emocionar como dejar enseñanzas de vida. Este es el noveno de sus libros que es llevado al cine y sigue la misma línea: cuenta las historias de amor de dos parejas, una en la actualidad y otra en los años ‘40, que deben sortear obstáculos aparentemente insalvables para mantenerse unidas.

La película, claramente orientada a un público femenino, consiste en una sucesión de golpes de efecto que tienen como único objetivo provocar las lágrimas de la espectadora. Hay enfermedad, injusticia y heroísmo en dosis parejas: cada giro de la trama parece una renovada oportunidad para soltar el llanto. Pero hay varios inconvenientes que conspiran contra esa intención lacrimógena. Uno es la escasa credibilidad de los actores: el casi octogenario Alan Alda y Oona Chaplin -nieta de Charles- son los únicos rescatables entre los actores principales, en un elenco que completan el tan carilindo como inexpresivo Scott Eastwood, hijo de Clint, y la insulsa Britt Robertson. Otro es la banalidad de los conflictos, sobre todo en la historia que transcurre en el presente. Y un guión digno de esta clase de productos, que aspiran a la masividad ante todo y terminan subestimando al espectador. Es totalmente explicativo, sin ambigüedades, sin lugar para que el público saque sus propias conclusiones. Todo queda verbalmente expuesto, siempre.

La explícita moraleja de la historia es: “El amor requiere sacrificios. Siempre”. Una verdad inapelable para los hombres que acompañen al cine a sus amadas.

El viaje más largo

Regular

Drama. EE.UU., 2015. SAM 13, 128’. De G. Tillman Jr. Con Britt Robertson, Scott Eastwood, A. Alda. Salas: Hoyts Abasto, P. Bullrich

jueves, 2 de abril de 2015

Muy buen CINE

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Campus

01/04/15

"Leviathan": El derrumbe de un hombre

Crítica: Muy buena.Historia bien contada, muestra la lucha de un hombre común contra el Estado. Fue la candidata rusa al Oscar al mejor filme extranjero.

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Vladimir Vdovichenkov. En esta historia nihilista, interpeladora. FOTO: IFA

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Andrei Zviaguintsev,

bilbao,

Crítica de cine,

Leviathan

v:shapes="_x0000_i1026"> por Horacio Bilbao

El Mar de Barents, al norte de Rusia, es el escenario perfecto para la dramática Leviathan, una historia tan bien contada como polémica. Aunque Andrei Zviaguintsev, el director, diga que se basó en un caso real ocurrido en los Estados Unidos y que en el origen de su obra también está el episodio bíblico de Job, el peso de su crítica al sistema político local no se disimula en ningún momento.

Su filme narra el impotente derrumbe de un hombre, en una visceral proclama política contra esta historia universal de la corrupción de la Rusia feudal y de cualquier lugar del mundo. Es desmoralizante y tal vez antipatriótica su película, como le han dicho, pero también es perfectamente verosímil. Cuenta de manera magistral la lucha de Kolya contra el Estado y el gobierno de este alcalde pornográfico. Quiere expropiarle su casa a orillas del mar, supuestamente para levantar allí su propia mansión. Pero detrás de este drama hay otros, el de la pareja, el de la amistad, el de la resignación en tiempos de crisis.

Derrumbes éticos y amorosos, en un contexto con guiños simbólicos y sarcásticos, motorizados por personajes cuidadosamente rústicos, incapaces de esconder sus reacciones, y gobernantes impunes, de omnipotente y manifiesta irracionalidad.

Ya lo dijimos, en esos paisajes maravillosos y distantes, estremece la duda de un hombre, de una familia que se debate entre empacar su resignación para mudarse a otro lado o salir a dar una batalla desigual, una derrota anticipada. Sólo hay un momento en el que la película deja entrever una posibilidad de justicia, y funciona como una escena redentora ese encuentro entre Dimitri y el Alcalde, pero la historia funciona así, negativa, nihilista, interpeladora.

Funcionaría aún si se tratara de propaganda política, propaganda en contra en este caso. Está lleno de buenas películas nacidas con esa intencionalidad. Desde El acorazado Potemkin, a varios filmes de Sokurov, para no movernos de aquella geografía. Y si la película de Zviaguintsev se trasladara a España, por ejemplo, para hablar de las hipotecas, también funcionaría.

Eso sí, la historia pierde jugando a derrumbar las figuras de Gorbachov o Lenin, pierde colgando un cuadro de Vladimir Putin en el despacho de este alcalde degenerado, incluso mentando a las Pussy Riots. Era suficiente con esta historia humanamente deshumanizada.

Además, su mirada sobre los personajes malos de la historia, es exageradamente sarcástica. En cambio, el drama de los afectados transmite su impotencia y ése es, incluso con el antídoto del vodka mediante, su mayor mérito.

A favor del gobierno ruso, diremos que la película se estrenó allá en varias salas y que fue la elegida para representar a su cine en los Oscars. Nada menos. Mejor es ir a verla sabiendo nada, para después sacar conclusiones.

Leviathan

Muy buena

Drama. Rusia, 2014. 139’, SAM 13. De Andrei Zvyagintsev. Con Vladimir Vdovichenkov, Elena Lyadova, Aleksey Serebryakov. Salas: Lorca, Bama, Belgrano Multiplex

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Cine

01/04/15

"Tuya": Ama de casa desesperada

Crítica: Buena.

El retrato de la hipocresía en la clase media alta y la imprevisibilidad de su protagonista la hacen una película para ver..

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Pareja. Jorge Marrale y Andrea Pietra. FOTO: DIAMOND

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Jorge Marrale,

Juana Viale,

Tuya,

Zimerman

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por Gaspar Zimerman

Las viudas de los jueves, Betibú y ahora Tuya: las tres novelas de Claudia Piñeiro llevadas al cine tienen en común el retrato de un sector social, la clase media alta, que trata de mantener las apariencias y su estilo de vida más allá de cualquier obstáculo. Aunque ese obstáculo sea un asesinato, o varios.

A diferencia de las dos primeras, Tuya no transcurre en un country, sino en un barrio acomodado de los suburbios, pero el espíritu de los personajes es el mismo y el acento vuelve a estar puesto en la veta policial de la historia. Que empieza cuando Inés (Andrea Pietra), ama de una casa acomodada, descubre que su marido, un exitoso empresario (Jorge Marrale), le es infiel.

Si toda adaptación de una obra literaria al cine implica cierta dificultad, el grado aumenta cuando la novela está narrada en primera persona. ¿Cómo reemplazar ese punto de vista? Es muy difícil no caer en la voz en off, un recurso generalmente molesto. Tuya no es la excepción, aunque el efecto negativo de esa voz está atenuado por el mordaz contenido de algunas de las reflexiones de Inés sobre la fidelidad y el matrimonio.

Lo interesante de la trama es que, ante el descubrimiento de que es engañada, ella no tiene ninguna de las reacciones previsibles. Nunca sabemos hacia dónde irá este ama de casa desesperada. Lo mejor de la película está ahí, en la descripción, liviana y ligeramente humorística, de ese micromundo, de los comportamientos de esa mujer despechada, de la dinámica interna de esa pareja gastada por el uso y su vínculo, casi nulo, con su hija adolescente, que protagoniza una inquietante subtrama.

El asunto se torna más tosco cuando se pone serio y entra en juego el aspecto policial, porque muchos de los recursos son trillados y varias de las situaciones están resueltas de forma poco creíble. Es en esos momentos cuando más se nota el acotado presupuesto de producción; unos cuantos detalles poco logrados le dan una pátina de vieja ficción televisiva al conjunto y le restan verosimilitud.

Tuya

Policial. Argentina, 2015. SAM 13, 94'. De Edgardo González Amer. Con Andrea Pietra, Jorge Marrale, Juana Viale. Salas: Abasto, Belgrano

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Cine

01/04/15

"Rápidos y furiosos 7": Y la banda siguió tocando

Crítica: Buena.Pese a la muerte de Paul Walker (Brian), el nuevo capítulo de la saga se terminó, con un final emotivo.

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La despedida. Paul Walker y Vin Diesel, cuando no corren o pegan. FOTO: UIP

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James Wan,

Paul Walker,

Rápidos y furiosos 7,

Vin Diesel

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por Pablo O. Scholz

pscholz@clarin.com

Desde hace varios años, y habría que empezar a hilar muy fino para saber con qué película se inició, muchos tanques de Hollywood -no todos- tienen una estructura que los soporta. Los guionistas elaboran escenas, que incluyen peleas y persecuciones, se busca una excusa argumental y se une todo. Se denomina patchwork, porque viene del mundo de las manualidades, y consiste en unir diversas telas y crear nuevas prendas, principalmente mantas y colchas.

Y así también, en algún instante Ethan Hunt (Tom Cruise en Misión: Imposible) pasó a ser algo así como James Bond, pero con acompañantes. El agente ya no viaja solo por el mundo. Y en algún otro momento esta otra saga, la de Rápidos y furiosos, comenzó a tener semejanzas con la de Cruise. Hay un protagonista -Dominic Toretto aquí tiene preponderancia-, pero el sentido de pertenencia de la banda de automovilistas de Rápidos... es troncal.

Para los fans de Toretto y Brian, el personaje que compuso Paul Walker y que dejó inconcluso en esta séptima entrega al morir, paradójicamente, en un accidente automovilístico cuando promediaba el rodaje, no hay mayores novedades. Ni en los personajes, ni en el esquema de la trama, ni en el aspecto visual. Luego de la 6 que, es probable, cada uno tendrá su favorita, fue la mejor de la saga, ahora tomó el volante James Wan, el director y creador de la primera El juego del miedo y realizador de El conjuro. Pero a no temer que no transformó a Rápidos... en una de terror sobre ruedas. Sincero fan de los personajes, a Wan le tocó el desafío de despedir a Brian, y lo hizo verdaderamente muy bien.

Nadie puede extrañar a Brian/Walker, porque en la película está como tiene que estar -los planos de su hermano menor Cody, que lo “reemplazó”, han de ser los del final, y los de cierto atentado al comienzo- y el homenaje de los minutos finales es ciertamente emotivo.

Antes, en la historia aparece Deckard (Jason Statham), que quiere vengar a su hermano y por eso planea aniquilar a Toretto y compañía. El filme tiene mucha acción, muchos viajes, muchos gags y muchos hechos ridículos, pero bueno, en tren de la diversión aquí hay semáforo verde para todo