jueves, 7 de mayo de 2015

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06/05/15

"Choele": Lejos de las convenciones

Crítica: Buena.En la relación del niño y su hijo, se eligió alejarse de los lugares comunes, de que el chico hable como adulto o tenga una inocencia desmedida.

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Sobre la camioneta. Lautaro Murray y Leonardo Sbaraglia. FOTO: PRIMER PLANO

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por Pablo O. Scholz

pscholz@clarin.com

Las películas que están contadas desde el punto de vista de un niño, o como aquí, entrando a la adolescencia, suelen tener sus complicaciones. O el libretista lo hace tener y/o decir razonamientos impropios para su edad, o se cae en una inocencia desmedida.

Por suerte, y lo que valoriza a esta primera película en solitario de Juan Sasiaín (codirector junto a Federico Godfrid de La Tigra, Chaco), es que el realizador se aleja de ambas convenciones. Y eso que la historia daba lugar para ellas.

Coco tiene 11 años y está pasando unos días con su padre en su casa/taller en Choele Choel. Coco no entiende, o mejor no quiere comprender por qué sus padres están separados, y vería con muy buenos ojos que estuvieran juntos. Coco está en una etapa madurativa -acercándose a la pubertad- y con una carga hormonal que empieza a hacer sus explosiones, por lo que la joven “inquilina” con que se encuentra en la casa del padre (Kimey) le motiva sentimientos. Un primer amor.

Sasiaín va mostrando al protagonista, más -o mejor que solo- en sus relaciones. Tanto sea con su padre como con un amiguito, o con Kimey, allí es donde Coco puede ganar la empatía del espectador, o directamente perderla. Sucede lo primero.

También ayuda a ello que los tres intérpretes logran que sus personajes sean creíbles. Lejos de cualquier macchietta, tanto Lautaro Murray (el pequeño Coco) como Leonardo Sbaraglia y Guadalupe Docampo hablan, no recitan; andan, no actúan.

Es el relato de un niño y su entorno, sus preocupaciones. Que sea en el interior, en el Sur, puede o no ser anecdótico. Probablemente si en vez del río los chicos fueran al club, o se quedaran encerrados con la computadora, otra sería la historia.

Por suerte es ésta.

"Choele"

Buena

Drama. Argentina, 2014. 87’, SAM 13. De Juan Sasiaín. Con Leonardo Sbaraglia, Lautaro Murray. Salas: Cinemark Palermo, Hoyts Unicenter

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06/05/15

"Donde se esconde el diablo": El loco de la hoz

Crítica: Buena.Pese a todos los lugares comunes y la pátina berreta, consigue entretener y, de a ratos, asustar.

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Congregación. Hay alguien que está eliminando jóvenes. FOTO: DISTRIBUTION COMPANY

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por Gaspar Zimerman

Seamos claros: Donde se esconde el diablo es una película clase B. Que no equivale a decir que es mala, pero sí que sus actuaciones son flojas tirando a pésimas, que tiene una pátina berreta, que el guión es un cóctel de lugares comunes, que perfectamente la podríamos ver en la trasnoche de algún canal de aire. Y así y todo, tiene un qué sé yo que la hace disfrutable.

La acción transcurre en uno de esos pueblos religiosos al estilo de Testigo en peligro, que viven en pleno siglo XXI como si estuvieran en el medioevo: aislados, sin electricidad ni otras comodidades modernas. Sobre el pueblo pende una profecía: allí, en Bethlehem, un día 6 del mes 6, nacerán seis niñas. Con el tiempo, sólo una de ellas sobrevivirá, y al cumplir los 18 años será el instrumento del demonio sobre la Tierra. Ha llegado el momento y ahí están las chicas, cerca de llegar a la mayoría de edad. Pero un encapuchado loco, hoz en mano, empieza a liquidarlas.

Esta cruza de Martes 13 con La profecía y La aldea cuenta con unos cuantos condimentos del género: sustos clásicos, por no decir trillados (ruidos en un granero oscuro, el placard que se entreabre en medio de la noche, el bosque ominoso, etcétera), sexo ultra soft, persecuciones a los gritos, giros sorpresivos. Y un fanático religioso, el mandamás del pueblo, que probablemente sea el que salva la película: Elder Beacon, interpretado por el gran that guy irlandés Colm Meaney, que ya se ganó el derecho a un protagónico, y en alguna producción de mejor calidad.

"Donde se esconde el diablo"

Buena

Terror. EE.UU., 2014. SAM 13 R, 85’. De Christian Christiansen. Con Colm Meaney, Rufus Sewell. Salas: Monumental, Unicenter

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06/05/15

"El secreto de Adaline": Hechizo del tiempo

Crítica: Buena.Un guión con demasiadas piruetas logra sin embargo tocar las fibras íntimas de una vieja pregunta.

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Blake Lively. La actriz de “Gossip Girl”, atribulada. FOTO: DIAMOND FILMS

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por Horacio Bilbao

@cordobe

hbilbao@clarin.com

-Es una historia de hadas.

-Sólo por ahora, ¿no?

Es lo bueno de asistir a una premiere del Cine Club Núcleo, inevitablemente, aparecen los comentarios al final de la proyección de este público maduro, fogueado en la pantalla del Gaumont. La historia de hadas a la que refieren dos espectadoras es El secreto de Adaline, una película amparada en el viejo recurso de la juventud eterna, pero con giros y actuaciones sensibles que la salvan del abismo.

No buscaba la eternidad Adaline Bowman (Blake Lively) cuando un rayo le devolvió la vida tras un accidente y la conminó a tener para siempre 29 años. El sueño de cualquiera, el cuento de hadas, se convirtió aquí en un karma para la bella Adaline, que guardó el secreto y mantuvo un estricto plan de mudanzas durante 8 décadas para amortiguar el sufrimiento, para evitar los vínculos avasallados por su inmunidad. Sólo su hija conocía la historia, y envejecía.

Pero claro, aparece Ellis (Michiel Huisman) y con él la historia de amor. Y uno se pregunta si es necesario semejante contexto para contar otra historia de amor. Y encima surgen las teorías astronómicas, los cometas, sabiendo que ya teníamos el rayo de la vida eterna. Pero la historia tiene una carta guardada que no vamos a revelar aquí, y esa carta es el pase a la redención, a la salvación del bluff absoluto, algo que tal vez no hubiera percibido de no estar en una sala repleta.

El mérito de Adaline también revela un problema del cine. Hay que crear un clima para volver a las preguntas de siempre. La vida eterna, el amor después del amor, la conciencia de la muerte. Y ya no sabemos si es un problema del cine o de los espectadores esa necesidad de construir atmósferas cada vez más artificiales para llegar a lo básico. Y Adaline llega, con su sabiduría, su pasado atravesando momentos clave de nuestra historia, a imponer su historia. Otro punto de vista para el deseo de la juventud eterna, una respuesta azarosa al empecinamiento de la ciencia, un encantamiento que no es tal.

Adaline quiere envejecer, quiere construir un amor recíproco, quiere romper ese hechizo que la hace distinta. Y el camino es una metáfora obvia, la salvación del amor. Una salvación curiosa, porque no implicaría otra cosa que la muerte. Pero ya lo dijeron las espectadoras del Gaumont, es un cuento de hadas, es ficción, y tal vez sea sólo por ahora y pese al esfuerzo de muchos que no exista la juventud eterna. ¿Una vida con juventud eterna? ¿A dónde irían los secretos?

"El secreto de Adaline"

Buena

Drama. EE.UU. 2015, 102’, SAM 13. De Lee Toland Krieger. Con Blake Lively, Harrison Ford. Salas: Hoyts Abasto, Belgrano Multiplex

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