13/05/15
"Mad Max: Furia en el camino": No necesitamos otro héroe
Crítica: Buena.Dos películas en una: la de acción a alto voltaje, y otra con una mirada sociológica y hasta espiritual.
Aprisionado. Max (Tom Hardy) habla poco y es hiper agresivo. FOTO: WARNER BROS.
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por Pablo O. Scholz
Hay dos películas en una. La que prima, la que está ahí escapando de la pantalla en la proyección 3D es la que hará que Mad Max: Furia en el camino sea la más taquillera este fin de semana, aquí y en donde se estrene. Aquella donde adelante están los sentimientos primarios -sobrevivir, escapar, matar o morir-. La otra, la de la indagación sociológica, la metáfora geopolítica, la que plantea cuestiones filosóficas y hasta espirituales, también está. El espectador elige.
Max (Tom Hardy, Bane en la última Batman) es un ex policía que en un futuro postapocalíptico empieza raptado por los secuaces de Inmortan Joe, tirano que es el dueño y señor de La Ciudadela, donde los pobres y lisiados ruegan por migajas y se pelean por el agua que Joe derrama desde las alturas -la división de clases es clara, los esclavos llevan una pátina de polvo blanco-. Max e Imperator Furiosa (Charlize Theron) son los dos rebeldes a los que la historia reunirá para combatir al superpoderoso y sus hombres.
Es que Max está trastornado. Eso es indudable. Su agresividad proviene de su pasado, que se le hace presente en alucinaciones. Lo atormentan muertes que no ha podido evitar. No en vano Miller aprisiona en buena parte del metraje su cabeza en una máscara metálica, y su cuerpo es encadenado.
Furiosa rapta a las cinco esposas de Inmortan Joe -todas supermodelos- y las quiere llevar, a través del desierto, a bordo de un camión con acoplado a Lugar verde, mítico paraíso donde presume estarán felices y a salvo. Y Max, a quien usan como "bolsa de sangre" -su vena está conectada a la de Nux (Nicholas Hoult), que es capaz de dar su vida por la causa que le ordene su amo-, obviamente escapará y ayudará a las amazonas en su lucha por hacer lo mismo. Huir. Porque la persecución será tremenda.
Claramente esta Mad Max no tiene en su historia parangón con la original, de 1979, y si se asemeja a alguna de la trilogía de Miller es a la segunda. Lo que mantuvo es la forma, no tanto del relato -intenten, hoy, ver 5 minutos de la de 1979 sin esbozar una sonrisa-, sino las acrobacias, los fierros, los automóviles, las máscaras, el vestuario, la sangre, el calor, el desierto.
El líder dictador (Hugh Keays-Byrne, el mismo actor que era Toecutter, el malo en la Mad Max original, pero en otro rol, claro), que tiene el rostro cubierto con una máscara de dientes, y vive gracias a estar adosado a enormes tubos de oxígeno, quiere mantenerse en el sitial del poder como sea. Sea a través de la guerra o de las negociaciones con las tribus vecinas en el desierto, los de la Granja de Balas y los la Ciudad de Gasolina. Inmortan Joe usa a las mujeres como productoras de leche y para dar a luz a nuevos guerreros. La mirada de Miller es directa: está contra el patriarcado y la explotación femenina.
Miller habla de un futuro en el que la decadencia de la civilización ha llegado, y la dependencia del petróleo es total. Hay un poder establecido (Inmortan Joe) y un deseo por romper el molde y buscar una civilización mejor, crear un Nuevo Orden (Furiosa). Una pérdida de autoestima, de creer en sí y en algo, y el aceptar el presente como la única realidad. Eso, si hilan más fino. De lo contrario, hay un gordo misógino contra una mujer peladita, algo masculinizada, que lo enfrenta.
Pero aquí Furiosa es la que es alimentada por la venganza, el resentimiento, la rabia, no Max. Y en más de un momento Miller le cede el protagonismo a ella, antes que a Max. Vean sino el afiche local del filme, quien está en primer plano.
Aquí el que detenta el poder es el que tiene los liquidos -el agua y el petróleo, en el orden que prefieran- y lar armas.
Los elementos -metal, acrobacia, motores, lo árido- están siempre presentes. No hay una edición enloquecedora, ni de cortes abruptos, apurados. Los efectos especiales son usados para que no se vean los cables de los que cuelgan los acróbatas (aunque hay una escena en una tormenta totalmente hecha por CGI, claramente), porque los dobles de riesgo son de carne y hueso, no dibujitos por computadora. Y eso se nota. Y se agradece.
El también australiano John Seale aprovecha la luz natural de desierto de Namibia, con sus tonos anaranjados y ocres, un marco para esta película cargada de violencia, y de otras connotaciones.
"Mad Max: Furia en el camino"
Buena
Acción. Australia/EE.UU.,2015. 120', SAM 16. De George Miller. Con Tom Hardy, Charlize Theron. Salas: Cinemark Palermo, Hoyts Dot
13/05/15
"El séptimo enanito": Mezcla animada
Crítica: Buena.Es jugada la combinación de “Blancanieves” con “La Bella durmiente”, y los toques de modernización.
Enano. Ayuda a despertar a una bella durmiente... FOTO: ALFA FILMS
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por Pablo O. Scholz
Cada cual puede contar la historia como mejor le guste, y los directores de El séptimo enanito adaptaron -o mejor, abrevaron en- Blancanieves y los siete enanitos para construir, entonces, una historia propia. Distinta. Y que amalgama a los enanitos con La Bella durmiente.
Demostrando que hacerlo no es privilegio exclusivo de Disney, que hace lo que quiere con los relatos clásicos, de Aladdin a La Bella y la Bestia, ¿por qué los alemanes Boris Aljinovic y Harald Siepermann no podían hacerlo?
En un castillo, la princesa del cuento está por cumplir 18 años, y según el hechizo de una bruja malvada, llamada Dellamorta, si se pincha el dedo antes de llegar a la mayoría de edad, todo el reino caerá en un sueño profundo. Y no pregunten cómo, pero uno de los enanitos mete la pata, la princesa se pincha y todo el reino -menos los enanos- caen en el sueño profundo. La única manera de romper el hechizo del sueño por cien años es llegar hasta el castillo de Dellamorta. Allí está Jack, sí, el muchachito que despertará a la princesa Rose con un beso de amor. Pero está secuestrado por Dellamorta.
El asunto no es el cruce de cuentos aquí, sino la animación en sí, que no es ni tan fluida ni colorida como la de la empresa del ratoncito. Lo que sí tiene es variados giros humorísticos y de modernidad en la trama y las acciones, lo que de alguna manera hace a un acoplamiento (perdón), como manteniendo un esquema o un plano tradicional aggiornándolo con citas del presente.
La película está destinada a los chicos de no más de 10 años, aunque el ritmo no decae y algún hermanito mayor puede acompañarlos, y hacer así una salida familiar completa. El pochoclo ayuda.
"El séptimo enanito"
Buena
Animación. Alemania, 2014. 87’, ATP. De Boris Aljinovic y Harald Siepermann. Salas: Cinemark Palermo, Showcase Belgrano, Hoyts Dot
13/05/15
"Trash": Desechos y esperanza": Haz lo correcto
Crítica: Buena.Choque de aventura y realidad, en un frenético acto de redención con grandes actuaciones y algunos excesos que merecen otro análisis.
Rafael y el Rata. Adolescentes justicieros en las favelas de Río. FOTO: DISTRIBUTION COMPANY
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por Horacio Bilbao
@cordobe
Ritmo vertiginoso, empatía que roza la compasión con los niños protagonistas y algo de bronca por la pueril mirada eurocentrista son algunas de las sensaciones inmediatas que motiva Trash: Desechos y esperanza. Filmada en un basural de Río de Janeiro, con las favelas como escenario natural, la película de Stephen Daldry cautiva e interpela ya desde el guión, un libro para adolescentes adaptado por el experimentado Richard Curtis. Con una estética similar a la de Ciudad de Dios, esta es la historia de Raphael, Gardo y Rata, tres chicos que viven y comen en el gran basural de su ciudad. Allí encuentran otra historia, una billetera con información en clave que es afanosamente buscada por la policía local. Matan y torturan policías y políticos locales para conseguir esa información.
La billetera pertenecía a un tal José Angelo, un abogado con perfil social, que guardó allí el legado de su causa anticorrupción, información detallada de los socios del crimen. Son pistas que los chicos empiezan a seguir, desafiando el destino, desestimando la jugosa recompensa de la policía corrupta. Apenas tienen una tibia ayuda en ese basural, del cura alcohólico (Martin Sheen) y de la bella trabajadora social que les enseña inglés (Rooney Mara). Pero avanzan por curiosidad, tal vez por mandato social, por odio a la policía, y porque es lo correcto, como ellos mismos dicen. Y las pistas les muestran un mundo podrido, pero también la solidaria y emotiva compañía de sus iguales, que los ayudan a huir en escapadas frenéticas, que de los desechos blanden esperanzas.
La mirada eurocentrista se posa sobre el basural latinoamericano, y cuenta una trama de aventuras en el medio de una tragedia social con discutible intencionalidad y autoridad sobre el tema. Y es casi una novela rosa ese exceso de esperanza, cimentado en la firmeza y valentía de tres chicos que crecieron en un mundo infame. Hay incluso citas bíblicas. El éxodo, la redención, y hasta podemos llegar a pensar que si los chicos triunfan la revolución estará cerca. Ellos, que viven el apocalipsis perpetuo, víctimas de las empresas cómplices de políticos y policías corruptos, pueden ser los salvadores. Y pueden desatar una lluvia de dinero en medio un basural, ¿dos clases de basura?
Metáfora de la corrupción, en cualquier lugar del mundo.
"Trash: Desechos y esperanza"
Buena
Aventuras. Inglaterra/ Brasil 2014, SAM 16, 112’. De Stephen Daldry. Con Martin Sheen, Rooney Mara, Wagner Moura. Salas: Lorca, Bama, Cinemark Palermo
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