jueves, 29 de enero de 2015

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29/01/15

Soy fuerte y puedo resistir

“Inquebrantable”, de Angelina Jolie.El filme basado en la vida de un atleta olímpico tiene mejor las escenas de acción que las dramáticas.

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Angelina Jolie,

Crítica,

Inquebrantable

por Pablo O. Scholz

Todo está en los títulos, apenas arrancado el filme. "Inquebrantable", dice. Y agrega "Esto es un historia real": ya sabemos entonces que al protagonista será difícil quebrarlo, y si está basado en un caso verídico, el heroísmo estará a prueba de balas.

Y de torturas. Y de tiburones. Y de japoneses.

Inquebrantable narra la vida de Louis Zamperini, hijo de inmigrantes italianos, atleta olímpico, bombardero en la Segunda Guerra Mundial, a quien, según nos cuenta Angelina Jolie en su rol de directora, su hermano mayor Pete lo salva de un futuro nefasto. Es que Louis era entre pícaro y delincuente, pero su hermano lo anota en el equipo de atletismo del colegio. Y de ahí a las Olimpíadas y a pelear en la Segunda Guerra Mundial hay un paso. O dos tomas.

Lo que sigue es el relato de las penurias del templado Louis, primero sobreviviendo en una balsa tras sufrir un accidente con su avión, en medio del océano, y luego la captura de las fuerzas niponas.

Mejor le iba en la balsa.

Aquí los buenos son buenísimos y los malos, malísimos. Pero no hay comparación entre los niños estadounidenses que le pegan de chico y le dicen "sucio" y "comepasta" con el cabo Watanabe. Y si fuera cierto que "Un momento de dolor vale una vida de gloria", como lo despide Pete antes de participar en los Juegos Olímpicos de Berlín, Zamperini sería como un gato por la cantidad de vidas. O tres, o mejor, cuatro.

Otra frase que le acuña Pete, también combatiente, y que Louie atesora en su cerebro es "Si puedo aguantar, puedo ganar". Pero más que un libro de autoayuda, Inquebrantable es una historia de superación, de supervivencia, y también es una película de guerra. Pero como en dos estrenos recientes, Corazones de hierro y Francotirador, la mirada nunca está puesta en la sinrazón de la guerra. No importa cómo comenzó, por qué pelean ni nada de eso. Hay que eliminar al enemigo.

La cuestión, sí, es cómo.

Causa extrañeza cómo Jolie que es embajadora humanitaria de las Naciones Unidas, muestra tanta brutalidad -la película es decididamente fuerte-. También es una incógnita cómo trabajaron en el guión a ¿ocho manos? los hermanos Joel y Ethan Coen con Richard LaGravanese (Los puentes de Madison) y William Nicholson (Gladiador y Los Miserables) .

Lo cierto es que Jolie le pone más garra a las escenas de acción que a las dramáticas, que tienen sus clisés. Mientras Jack O'Connell le presta su físico a su en más de un sentido torturado personaje, la fotografía de Roger Deakins es de lo mejor que ha hecho el asiduo iluminador de los Coen, que alcanza su docena de nominaciones al Oscar con este filme, con el que probablemente ganará el 22 de febrero.

CALIFICACION

Buena

POR QUE SI

Pese a las muchas penurias y el exacerbado patriotismo del protagonista, el filme se sigue con tensión.

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29/01/15

Niño redime a hombre grande

“St. Vincent”, de Theodore Melfi.

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Crítica,

Theodore Melfi,

“St. Vincent”

por Pablo O. Scholz

"Comeremos sushi", casi le escupe el viejo y gastado Vincent a Oliver, el niño al que cuida cual baby sitter. Y le sirve... sardinas.

St Vincent" es el tipo de película en la que en vez de que el adulto enseñe al niño ingenuo, es el viejo cascarrabias quien termina reseteado (o redimido) por el chico inocente.

Sí, el mundo al revés. Y sí, ya lo vimos en Up. Y en otras cuántas más.

Los personajes del filme, salvo el niño, todos tienen imperfecciones, pero tratan de mejorar su situación. Vincent, además de estar peleado con todo el mundo, ser roñoso y egoísta, es alcohólico y burrero. Daka es una prostituta rusa -embarazada- a la que Vincent atiende (es una manera de decir) y a la que Naomi Watts le pone carne de verdad. Y Maggie, la vecina recién llegada y madre separada de Oliver (Melissa McCarthy, humana y creíble hasta cuando debe ser graciosa) desatiende a su hijo, pero porque debe trabajar a desgano en el hospital, para que el padre no le arrebate la custodia.

Por supuesto que Vincent tiene sus secretos, que el filme irá revelando de a poco.

El director y guionista Theodore Melfi apuesta así a intercambiar los roles de las actrices, con McCarthy (Damas en guerra) alejándose de la comedia usual, y Watts descansando de los roles dramáticos a que nos tiene acostumbrados.

Pero el verdadero gol de media cancha es el encuentro entre Murray y el pequeño Jaeden Lieberther. Si el intérprete de Hechizo del tiempo, cuando está solo en la pantalla, atrae, lo que se genera cuando comparte escena con el niño se potencia.

Pueden ver juntos a Abbott y Costello, apostar a los caballos en el hipódromo, mentir, divertirse o enojarse, pero eso que se construye entre Vincent y el niño es más que una relación paterno/filial. Ah, quédense durante los títulos finales. Murray escucha su walkman (!) y canta a capella Shelter from the Storm, de Bob Dylan. Pero ni eso convenció a los de la Academia de Hollywood para candidatearlo.

CALIFICACION

Muy buena

POR QUE SI

Se extrañaba una película hecha exclusivamente para Murray. No se pierdan los créditos del final.

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28/01/15

Yernos de todos los colores

“Dios mío, ¿qué hemos hecho?”, de Philippe de Chauveron.

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Crítica,

Philippe De Chauveron,

¿Qué Hemos Hecho?”

por Gaspar Zimerman

A partir de los atentados ocurridos hace tres semanas en Francia, mucho se viene hablando de la multiculturalidad de ese país, que en las últimas cinco décadas recibió una fuerte corriente inmigratoria proveniente de sus ex colonias africanas y asiáticas y cuenta, por ejemplo, con una población de cinco millones de musulmanes. Al director Philippe de Chauveron le llamó la atención un dato vinculado lateralmente a este tema: Francia es el país con más casamientos mixtos en el mundo (el 20% del total). Ese fue el disparador de Dios mío, ¿qué hemos hecho?, que intenta mostrar, con humor, el choque de culturas. Un matrimonio rico, católico y gaullista -encarnación de la vieja Francia- ve con horror cómo tres de sus cuatro hijas se casan sucesivamente con franceses de origen árabe, judío y chino. Y todavía le falta enterarse de la sorpresa que le reserva la menor.

La película -por lejos, la más taquillera del año pasado en Francia- da la sensación de oportunidad desaprovechada: a De Chauveron le faltaron unas cuantas dosis de audacia y provocación como para tirar más de la cuerda y llevar el planteo al extremo. Si al principio da la impresión de tratarse de una comedia urticante, incómoda, enseguida todo se torna edulcorado y políticamente correcto. Las de-savenencias raciales desaparecen y aparecen conflictos menores, que se apartan de la interesante premisa inicial y se acercan a los de cualquier comedia romántica del montón.

Hay cantidad de chistes infantiles y redundantes. Los momentos más logrados están en el contrapunto ente el padre (Christian Clavier, un prócer de la comedia francesa) y su futuro consuegro (el congoleño Pascal N'Zonzi, toda una revelación). Ellos son los que mejor exponen los prejuicios que existen entre los diferentes grupos étnicos, y muestran que el racismo no es patrimonio de ningún color o religión en particular.

CALIFICACION

Regular

POR QUE NO

Es demasiado políticamente correcta y está plagada de chistes infantiles.

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