jueves, 22 de enero de 2015

CINE Muy Bueno

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Cine

22/01/15

"Whiplash": Sangre, sudor y lágrimas

Crítica: Excelente.El filme no suelta al espectador desde su embriagadora primera escena hasta el desenlace.

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Discípulo y maestro. Miles Teller y J. K. Simmons, a pleno duelo en la candidata al Oscar. FOTO: SONY PICTURES

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Pablo O. Scholz

La transpiración cae sobre el platillo de la batería. Son una, dos gotas. Luego son de sangre. ¿Cuánto es capaz de entregar uno por alcanzar un logro? ¿La excelencia demanda tantos sacrificios?

El esquema de la película es simple. Andrew, el protagonista, tiene una ambición: ser, sino el mejor, uno de los mejores bateristas de jazz. Está en un conservatorio de elite en Nueva York, y sabe que la única manera de triunfar es siendo seleccionado por el profesor Terence Fletcher (J.K. Simmons), para que integre su orquesta. Fletcher podría encontrar en Andrew un espejo en el que mirarse. Como un Salieri y un Mozart.

Pero es tan soberbio y tiránico que cuesta descubrir un gesto de humanidad en él. Y si los demuestra, de inmediato salta como un animal hambriento. Sediento de encontrar la perfección en sus alumnos, a los que humilla.

Andrew no tiene madre, pero sí padre con relación fluctuante, casi como la que establece con su nueva novia. La película parece decirnos que si nos enfocamos en una pasión, no podemos abrirnos a otra. O mejor: que si hacemos eso, los riesgos que se corren son muchos.

Pero Andrew está tan obsesionado con alcanzar la perfección como Fletcher lo está porque su discípulo logre y le dé, con los palillos, su tempo. Fletcher es el sargento Hartman en Nacido para matar. Trata a sus estudiantes (que no se atreven a mirarlo a los ojos) como si fueran una lacra. En verdad, los exprime para sacar lo mejor de ellos -dirá-, pero el duelo entre profesor y estudiante tendrá chispas. Será electrificante, y eso que el instrumento no está conectado a 220.

Damien Chazelle -tenía 29 años cuando la dirigió- sabe de lo que habla, porque él toca la batería, él ama el jazz y a él le pasó algo similar a lo que cuenta su película. Tal vez sea simplista al encapsular la trama en ese enfrentamiento, y quizá hubiera devastado -más- al espectador si fundía a negro 10 minutos antes de que terminara la película... Pero nos perderíamos la fiereza de ese final.

Y es que Whiplash es como un sándwich de jamón crudo, pero con dos fetas conteniendo una rebanada de pan: lo mejor está en la secuencia de presentación y en el tenso final.

Chazelle sabe darle el ritmo exacto a la película, pintar con iluminación azulada o rojiza la imagen y cuándo utilizar -o no- la cámara en mano.

La película tiene puntos de contacto con otras candidatas al Oscar, comoBirdman y Francotirador. Las tres tratan sobre hombres obsesionados que viven egocéntricamente lo que sienten que deben hacer, y no entienden los afectos cercanos, de sus seres más queridos.

No cualquiera podía ser Andrew. Miles Teller, además de actor, es baterista. Pero Whiplash: Música y obsesión no es un filme para iniciados, o sólo para músicos, aunque es probable que no sea disfrutada de igual modo entre quienes tocan un instrumento y los que lo hacen de oído. Y J.K. Simmons, seguro ganador del Oscar al actor de reparto, se adueña de las miradas con su tensión, no sólo con sus gritos. Estar ante él es como subir a una montaña rusa sin bajar la barra de seguridad del carrito.

Una de las citas del filme es “Si no tenés talento, terminás tocando rock”. Polémica, sí, como por momentos es esta embriagadora película.

Whiplash: Música y obsesión

Excelente

Drama. EE.UU, 2014. 106’, SAM 13. De Damien Chazelle. Con Miles Teller, J. K. Simmons. Salas: Hoyts Abasto, Cinemark Palermo

Clarin.com

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Cine

22/01/15

"Francotirador": Héroe, y no accidental

Crítica: Muy buena.Dirigida por Clint Eastwood, controvertida y polémica, la historia verdadera del soldado Chris Kyle crispa los nervios durante más de dos horas.

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En la mira. Bradley Cooper es candidato al Oscar, igual que el filme. FOTO: WARNER

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Pablo O. Scholz

Las películas de guerra no son todas iguales. No es lo mismoCorazones de hierro que Francotirador, por más que sus personajes, encarnados por los carilindos Brad Pitt y Bradley Cooper, respectivamente, sean heroicos hasta más allá de la cordura.

La diferencia la marca no sólo la trama, sino el entramado. La manera en que se muestra cómo actúan ante determinadas situaciones los protagonistas.

Francotirador arranca con Chris Kyle (Cooper) apostado en la terraza de un edificio de un pueblo en Irak. Tiene en la mira de su arma a una madre y a su pequeño hijo. Ve que la mujer esconde una granada. Se acercan marines, y si ella -o su hijito- la lanzan, serán varios los soldados que mueran.

¿Qué hacer? La conciencia de Kyle es sobre lo que Clint Eastwood trabajará a lo largo de dos horas en la película.

La ira, el dolor y el temor pueden enturbiar aún los ojos más claros. La mirada de Bradley Cooper, que interpreta al francotirador de la vida real del título, lo transmite. Cuánto es obra del actor y cuánto habrá trabajado Eastwood sólo lo sabrán ellos, pero el efecto que llega a la platea es demoledor.

Kyle es, para Eastwood y millones de estadounidenses, un héroe. Ese sustantivo ya genera polémica, porque lo que convirtió al SEAL en leyenda fue anotarse más de 160 bajas en sus cuatro excursiones por Irak, evitando que los llamémosle insurgentes, sean hombres, mujeres o niños, dispararan misiles, lanzaran granadas o simplemente apretaran el gatillo contra marines.

Y Kyle es el tipo de hombre que no puede sacarse la guerra de su cabeza. Un poco como el sargento William James en Vivir al límite, de Kathryn Bigelow. En eso coinciden ambos títulos, pero no los realizadores, ya que Bigelow fue más allá con La noche más oscuraplanteando las cosas con menos banderita flameando.

Volviendo a Francotirador, hay un quiebre en el relato, cuando el asunto para Kyle se vuelve casi personal, más que patriótico. La tensión es altísima, por lo que percibimos que Eastwood volvió en su mejor forma. Y eso que tiene 84 años.

La película va y viene entre el frente y el hogar de Kyle, donde Taya (Sienna Miller) lo espera y desespera. “Estás, pero no estás acá”, le farfulla. Kyle, dice Eastwood, no se vanagloria de sus asesinatos, sino que vive lamentando las vidas que no logró salvar.

Hay un tema que sigue siendo recurrente en la filmografía última de Eastwood, que es cómo aborda la suerte de menores, sean abusados, maltratados, torturados o estén en la mira telescópica. Desde Río Místico el asunto está presente, y claro, moviliza al espectador.

Francotirador es inobjetable desde cómo está realizada, y técnicamente (obviemos el bebé de plástico en los brazos de Kyle) es irreprochable. La controversia se abre desde lo ideológico. Y allí cada uno sabe qué opinar.

Francotirador

Muy buena

Drama bélico. EE.UU., 2014. 132’ SAM 16. De Clint Eastwood. Con Bradley Cooper, Sienna Miller. Salas: Hoyts Abasto, Cinemark Palermo

Clarin.com

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Cine

22/01/15

"Mortdecai": Bienvenidos al festival Depp

Crítica: Buena.Pese a su bigote, Depp es hilarante. La película es una fiesta para los que lo quieren.

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Rico. Pero en bancarrota. FOTO: ALFA FILMS

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Pablo O. Scholz

Que los antecedentes no cuentan es tan cierto como que lo que uno hizo -y estamos hablando de cine- fundamenta lo que hará a futuro.

David Koepp, que supo vivir en Mar del Plata, director de esta delirante comedia de acción, con más humor que acción, escribió los guiones de la primera Jurassic Park, la primera El Hombre Araña, la primeraMisión: Imposible. Como realizador, ya había dirigido a Johnny Depp en su adaptación de la novela de Stephen King La ventana secreta. A excepción de El diario, el filme de Ron Howard, casi no había probado con la comedia.

Y en Mortdecai: El artista del engaño el disparate es tal que por momentos el protagonista, con los tics de Johnny Depp, parece surgido de Todo x 2 pesos.

Depp interpreta -es una manera de decir, porque se bambolea, hace caritas y camina como si fuera un dibujo animado de Looney Tunes- a un egocéntrico millonario en bancarrota, que se dedica a traficar obras de arte. Desaparece un Goya y, acuciado por la deuda al fisco británico, transa con un agente del MI5 (Ewan McGregor): buscará ese lienzo, detrás del cual se develaría dónde se esconde una fortuna nazi.

Mortdecai va y viaja, cual un Bond que patina. Empieza en Hong Kong, sigue por Londres, pasa por Moscú y Los Angeles. Tiene un asistente (Paul Bettany), como si fueran el inspector Clouseau y Cato. Se enfrenta a viles de distintas nacionalidades, terroristas y, tal vez lo peor, a un distanciamiento con su amada esposa (Gwyneth Paltrow). Así y todo, debe encontrar la pintura.

Los comentarios previos al filme -no hay ni una crítica publicada: la Argentina es de los primeros países en estrenarla- eran tan peyorativos que tal vez por eso, esperando lo peor, uno se encuentra con un filme desparejo en su humor, pero regocijante en su estilo, entretenido y con algunos gags muy bien logrados.

Que es un festival Depp, de eso no hay duda. En La ventana secretaDepp no parecía Depp como ese escritor atribulado. Aquí Koepp lo dejó crear a sus anchas. Podemos ver a Jack Sparrow, de Piratas del Caribe, a Willy Wonka, a Ed Wood.

Todos los Depp, como en una mesa de saldos, en versión satírica, en una sola película. Es una ganga.

Mortdecai: El artista del engaño

Buena

Comedia/acción. EE.UU., 2015. 106’, SAM 13 De David Koepp. Con: Johnny Depp, Gwyneth Paltrow,Paul Bettany, Ewan McGregor. Salas: Abasto, Cinemark Palermo

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