19/08/15
"El Principito": No quería ser mayor
Crítica: Muy buena.El director de “Kung Fu Panda” supo trasladar la pureza de la historia y de los personajes de Saint-Exupéry.
Distintos tipos de animación. Son las que confluyen en “El Principito”. FOTO. ALFA
Con El Principito cada lector ha construido una relación y una ligazón única e irrepetible. Sabe qué frase le ha conmovido más, cuál le ha servido de guía si lo leyó de pequeño, o de grande, así que cualquier adaptación del libro de Antoine de Saint-Exupéry podrá, siempre, parecer ajena.
Pero no lejana. No, si precisamente lo que se hace es adaptar el libro contando cómo la experiencia de su lectura afectó a quién narra.
Y eso es lo que ha hecho Mark Osborne. Por un lado, el director de Kung Fu Panda creó una historia para a su vez contar en paralelo la de El Principito. La realizó con animación en CGI, y resguardó los personajes y la historia que está en el libro para hacerla con la técnica de stop motion. Ningún niño ni adulto puede confundirse.
La que abre el filme es la de La Niña, que se muda con su madre -el padre los dejó- justamente al lado de la casa de El Aviador. El barrio es más bien cuadrado, como el comportamiento de los adultos, nos dice el director, pero la destartalada casita de El Aviador está llena de secretos, que La Niña, pasada una primera instancia de retraimiento, empezará a descubrir. Y a disfrutar.
Este El Principito es la historia de una amistad entre una niña. a la que su madre obliga a crecer y a superarse, con un hombre que, ya anciano, mantiene el espíritu y la mirada de un niño. Como para comprender que las personalidades no varían de acuerdo a los almanaques, sino a lo que uno mantiene fresco en su mente, en su corazón, en su espíritu.
“Crecer no es el problema, olvidar lo es...”, dice el autor, aquí también citado. Como la historia nueva debe tener sus propios códigos -hay drama, comedia, y unos cuántos guiños con el relato original- es fácil dejarse llevar, y perderse (en un buen sentido) entre lo que le pasa a El Principito y a La Niña.
Y dejen a los chicos armar su propia relación, elaborar sus paralelos entre los personajes, las metáforas, y apropiarse de la narración. El Principito, la película, tiene mucha emoción, Osborne supo cómo trasladar la pureza de la historia y de los personajes aunque haya tenido que abreviar.
Y lo mejor, es posible que los chicos quieran zambullirse ellos mismos en la lectura del libro de Saint-Exupéry, y a los adultos pegarle una nueva ojeada no nos vendrá nada mal.
"El Principito"
Muy buena
Animación. Francia, 2015. 106’, ATP. De Mark Osborne. Salas: Cinemark Palermo, Hoyts Abasto, Showcase Norcenter
19/08/15
"Revancha": Por algo se llama Esperanza
Crítica: Buena.La impresionante actuación de Jake Gyllenhaal como Billy Hope sobresale en este filme de redención casi incondicional.
Fajado. Gyllenhaal, con Rachel McAdams, esposa en la ficción. FOTO: DIAMOND FILMS
Las películas con un boxeador en el centro (de la historia, no necesariamente del ring) suelen ser convencionales, más o menos así: el púgil se esfuerza, asciende, pierde (el orden de los factores no altera el producto), tiene una mujer que lo ama, en su rincón, un entrenador inspirador, hay un manager inescrupuloso y en medio el filme aparecen peleas mejor o peor coreografiadas.
Revancha puede encuadrarse en este subgénero deportivo, pero lo que la rescata es la construcción de Billy Hope (Billy Esperanza), el personaje, y que sea Jake Gyllenhaal quien lo interprete.
Hope es un tipo sufrido, un sangrador en el ring pero con un punch terrible. De los ítems arriba mencionados tiene todos, pero Revancha es más una tragedia que un filme deportivo o sentimentaloide.
El boxeador con su esposa (Rachel McAdams) viven en una mansión soñada, que ni siquiera hubieran imaginado cuando salieron de orfanatos del Hell’s Kitchen, muy cerca del Madison Square Garden donde Hope defiende su título mundial en la primera pelea que vemos. Tienen una hija adorable. Tenían, porque Hope -que es parco para hablar y expresarse, aunque no a la manera de Rocky- lo perderá todo. Aquí el orden lo pondrá le espectador: su mujer, su título, su casa, la tenencia de su hija (Oona Laurence).
Antoine Fuqua (Día de entrenamiento) conoce el mundo del boxeo, y cuando decidió contratar al actor de Secreto en la montaña le avisó que lo fajarían de verdad. Gyllenhaal habrá esculpido su físico, pero también le esculpieron la cara.
Aunque, insistimos, es Gyllenhaal el motor sobre el que camina Revancha. También están Forest Whitaker, filosofando y con aire melancólico, McAdams como la voz que intenta poner a Hope con los pies en la Tierra, un tema de Eminem, y está 50 Cents, y la música del fallecido James Horner, a quien le dedican el filme. Todo suma, pero el espectáculo está en Gyllenhaal, en cómo este tipo es capaz de convertir un guión poco verosímil en un alarde de talento. Porque aquí el personaje supera a la ficción, y cada uno sabrá si eso es lo más recomendable.
"Revancha"
Buena
Drama. EE.UU., 2015. 125’, SAM 13 R. De Antoine Fuqua. Con Jake Gyllenhaal, Rachel McAdams, Forest Whitaker. Salas: Hoyts Abasto, Cinemark Palermo, Belgrano
19/08/15
“NEY: Nosotros, ellos y yo”: Postal de una guerra sin fin
Crítica: Buena.Gracias a su mirada desprejuiciada, Avruj consiguió interesantes testimonios de israelíes y palestinos.
Nicolás Avruj. En 2000, cuando viajó a Israel y Palestina.
@gasparzimerman
En el año 2000, Nicolás Avruj se fue de viaje a Israel para visitar, de sorpresa, a un primo que vivía allá. La sorpresa se la llevó él, porque el primo justo había viajado por un tiempo a la Argentina, pero Avruj decidió esperarlo hasta que volviera y mientras tanto recorrer el país, cámara en mano. Quince años después se reencontró con las filmaciones que hizo durante esos meses y que, por diversos motivos, no había editado hasta ahora. El resultado es NEY: Nosotros, ellos y yo, un retrato desprejuiciado del conflicto palestino-israelí.
“Hace quince años que empecé a grabar este documental y todavía detesto que me pregunten si soy pro israelí o pro palestino”, dice Avruj al comienzo de su opera prima. Una declaración de principios que es el mayor mérito de esta película en primera persona: el narrador, a pesar de ser judío y provenir de una familia sionista, se ubica genuinamente en un punto equidistante entre las partes en pugna. Con una mirada tan curiosa como inconsciente, Avruj fue viajando casi azarosamente por Israel, la Franja de Gaza y Cisjordania, y fue entrevistando a la gente que le daba alojamiento. Así, nos enteramos de la opinión de ciudadanos comunes sobre la disputa entre ambos pueblos, en charlas que son ricas sobre todo porque Avruj pregunta para enterarse, sin ánimo confrontativo. Y obtiene definiciones profundas y sinceras, como ésta de un palestino: “Toda nuestra vida es un problema basado en otro problema. Como los edificios: piedra sobre piedra, problema sobre problema. Muerto sobre muerto sobre muerto, todo se convierte en conflicto”.
Quizás antes de entrar al cine sea conveniente estar enterado de algunos aspectos básicos de la situación política de la región, porque la película no aporta datos duros ni demasiada información que contextualice las imágenes y los diálogos. Tampoco hay una actualización temporal de lo que ocurrió durante estos quince años (aunque tal vez nada haya cambiado demasiado). NEY funciona, entonces, como una fotografía personal del estado de las cosas en el año 2000. Una cautivante postal de una guerra que parece no tener fin.
NEY: Nosotros, ellos y yo
Buena
Documental. Argentina/Israel/Palestina, 2015. ATP L, 84’. De Nicolás Avruj. Salas: Arte Multiplex Belgrano y BAMA Cine Arte
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