jueves, 19 de febrero de 2015

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Jueves 19 de febrero de 2015 | Publicado en edición impresa

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Los Oscar, en la recta final

Por Marcelo Stiletano | LA NACION

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David Oyelowo en el papel de Martin Luther King.

LOS ÁNGELES.- A cuatro días de la entrega de los Oscar, los preparativos para la gran fiesta anual de la industria del entretenimiento coinciden por estas horas con un frenético desfile de pálpitos y especulaciones que elevan todavía más la previsible ansiedad de la vigilia. Los nombres de los posibles ganadores circulan todo el tiempo entre quienes ya empiezan a transitar el área más cercana al Teatro Dolby, sede de la ceremonia, cerrada al tránsito desde el domingo pasado y rodeada de vallas para permitir el armado de la alfombra roja y sus espacios contiguos.

Este año, algunos de los protagonistas de la exclusiva lista de nominados al Oscar son argentinos. Y se habla de ellos con entusiasmo y fundadas aspiraciones, por más que en ningún caso les toque encabezar la nómina de favorito en sus respectivas categorías. A Relatos salvajes le toca jugar desde atrás como ocurrió en 2010 con El secreto de sus ojos, que hasta el día previo estaba detrás de La cinta blanca en todos los cálculos de los expertos y finalmente logró un triunfo histórico para el cine argentino. Este año, la candidata casi indiscutida a llevarse el Oscar a la mejor película extranjera es la polaca Ida, y detrás de ella se menciona a la rusa

Leviathan.

Pero estamos ante la categoría más impredecible de todo el reparto, y el entusiasmo que viene despertando la película de Damián Szifron permite esperar con razonables expectativas el veredicto de la Academia de Hollywood.

Con un optimismo parecido se menciona a Armando Bo y Nicolás Giacobone, aspirantes al Oscar en la categoría de mejor guión original por Birdman. Aquí, el candidato más fuerte sigue siendo El gran hotel Budapest, pero con un margen de ventaja lo suficientemente estrecho como para imaginar también en este caso una coronación con acento argentino.

Precisamente Birdman es por estas horas la película con mayores posibilidades de llevarse el premio mayor. Es cierto que las predicciones de los especialistas todavía aparecen muy repartidas y no son pocos los que siguen augurando un triunfo de Boyhood en la carrera por el premio a la mejor película más ajustada y pareja de los últimos tiempos. Pero desde hace unos días, y a favor de una cosecha significativa en los premios otorgados por los distintos artífices de la industria del cine (actores, productores, directores), alrededor de la película de Alejandro González Iñárritu se va construyendo una sensación cada vez más creíble de triunfo.

Con Birdman y Boyhood a la cabeza, la lista de nominadas a la mejor película tiene en el último lugar a Selma, el poder de un sueño, cuyo estreno en la Argentina anuncia Buena Vista para hoy. ¿Cómo es que la película con el mejor promedio de críticas favorables en los medios estadounidenses, tan mencionada como una candidata de hierro antes de las nominaciones, quedó marginada del reparto al punto de aspirar solamente a dos premios? La respuesta aparece estrechamente conectada a uno de los datos más llamativos del Oscar 2015: después de muchísimo tiempo (y sobre todo después del triunfo en 2014 de 12 años de esclavitud), no hubo un solo lugar para los afroamericanos entre los 20 aspirantes a los premios actorales. Y la directora del film, Ava DuVernay, también quedó afuera: hubiese sido la primera directora negra de la historia en lograr una nominación.

Lo mismo ocurrió con David Oyelowo, que confesó su incomodidad con la Academia por haber quedado al margen de las nominaciones. Ese estado de ánimo acompañó a toda la delegación que pasó hace una semana por la Berlinale para presentar la película sobre la célebre lucha de Martin Luther King por los derechos del voto para los negros y la célebre marcha de 1965 entre Selma y Montgomery (Alabama) en pos de ese objetivo.

"No podría echarle la culpa a la Academia, pero, del mismo modo, sigo sin entender por qué razón quedó fuera de las nominaciones la película con mejores críticas de la temporada. Tal vez haya que esperar algún tiempo para que ciertas instituciones se abran al cambio'', dijo el actor. "Lo que más me afectó -agregó la directora DuVernay- fue el hecho de que David no haya sido nominado. No necesito a nadie que me diga que la suya fue una de las mejores actuaciones del año."

En tren de buscar explicaciones, hubo quienes citaron el fuerte debate que se desató alrededor de la fidelidad de la película a los hechos ocurridos en aquellos agitados años 60. Desde sectores del activismo afroamericano se dijo que la película tomaba posición en línea con una idea más bien conservadora del lugar de los negros en la cultura y la política de los Estados Unidos, representada por la influyente Oprah Winfrey, una de las productoras de la película. Y también se mencionó el hecho de que ninguno de los protagonistas es estadounidense. Oyelowo (que personifica a Martin Luther King), Carmen Ejogo (su esposa), Tom Wilkinson (el presidente Lyndon Johnson) y Tim Roth (el racista gobernador de Alabama George Wallace) son británicos. Observaciones que respaldarían implícitamente la poca disposición a la novedad en el pensamiento mayoritario de los votantes del Oscar.

A propósito, el recientemente fallecido columnista de The New York Times David Carr, creador de The Carpetbagger (el blog consagrado en ese diario al seguimiento de la temporada de premios), recordó en uno de sus últimos textos que el promedio de edad de los algo más de 6000 miembros de la Academia es de 63 años, que un 93 por ciento de ellos son de raza blanca y un 76 por ciento son de sexo masculino.

Todos estos reparos no impidieron que la Academia confirmara a Oyelowo en la lista de presentadores del Oscar para el próximo domingo. Allí, Selma podría recibir un premio consuelo, porque aparece como favorita para triunfar en su otra nominación, la de mejor canción original, "Glory". El rapero Common (que también actúa en el film) y John Legend la interpretarán en el escenario y a nadie sorprenderá si poco después les toca subir al escenario como ganadores de un Oscar.

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Martes 17 de febrero de 2015 | Publicado en edición impresa

Cine

Kingsman: espías como los de antes

En el film que se estrena pasado mañana, Colin Firth interpreta a un agente secreto al estilo de las primeras películas de James Bond, que combinaban intriga, acción y humor

Por Natalia Trzenko | LA NACION

"Siento que estoy en el film que me pasaba viendo durante mi infancia. Estuvimos esperando toda la vida para hacerla", decía Colin Firth en julio del año pasado en Comic-Con, durante la presentación de Kingsman: el servicio secreto, el film que Fox estrena pasado mañana en la Argentina. En ese momento, durante una de las conferencias de prensa más divertidas de la convención de San Diego a la que asistió LA NACION, a su lado, Samuel L. Jackson asentía entusiasmado, compartiendo con su colega la nostalgia por "aquellas historias de espías que no te deprimían".

Ésa fue la idea que llevó a la creación del cómic de Mark Millar en el que la película está basada, una suerte de colaboración entre el escritor y el director Matthew Vaughn. Cuando Vaughn estaba trabajando en el film Kick-Ass, también basado en una historieta de Millar, ambos compartían sus recuerdos de las primeras películas de James Bond, las tardes mirando las series El agente de CIPOL y Los vengadores, relatos que combinaban la aventura, la acción y el humor.

"Ahora vas a ver una de James Bond y te encontrás al personaje deprimido, llorando en el ducha", comentaba entre risas Firth, al que pocos imaginaban como posible héroe de acción.

"Me cansé de esperar a que me llamaran para hacer de Bond", decía el ganador del Oscar porEl discurso del rey, en San Diego. Resignado a no ser nunca el más famoso espía al servicio de su Majestad, cuando le propusieron protagonizar Kingsman no dudó.

Aunque eso implicara seis meses de entrenamiento para lograr ser convincente como una máquina de matar y no el tipo cuyo papel más físico hasta ahora había sido "tirarle del pelo a Hugh Grant". Y a pesar del escepticismo propio y de lo demás, Firth logró su objetivo. En la película, una carta de amor en extremo violenta, zarpada y muy divertida a las viejas películas de espías, el actor reconocido por sus personajes románticos interpreta a Harry Hart, un agente secreto que sin perder la compostura ni despeinarse demasiado es capaz de contener y golpear a un grupo de irrespetuosos gángsters de barrio. O de dar rienda suelta a su habilidad para el exterminio en una de las escenas más irreverentes de un film que está lleno de ellas.

"Me puse a estudiar todas esas viejas películas, especialmente las de James Bond. Y en todas descubrí que lo que yo necesitaba era empujar los límites de cómo contamos las historias hoy para divertirnos un poco más. Kingsman está pensada para divertirnos. Estamos pasando momentos duros en todo el mundo en la actualidad y la idea acá es brindar dos horas en las que te puedas olvidar de todo", decía Vaughn, el director que ya en su film Kick-Ass, sobre un chico común y corriente transformado en improvisado superhéroe, había intentado la rara combinación de homenaje pop, humor, autorreferencias de género y mucha acción. Una mezcla que esta vez funciona muy bien aunque muchos hayan tenido dudas. Especialmente el estudio encargado de financiarla.

Después de todo, a quién se le ocurre contratar al simpático Michael Caine como el antipático y snob jefe de la organización y a Samuel L. Jackson para interpretar al villano, un millonario megalómalo con una idea bastante retorcida sobre cómo lograr la paz mundial, y hacerlo seseoso y alérgico a la sangre.

"En el estudio me preguntaban: «¿Qué es esto, Austin Powers?». No fue fácil equilibrar la parodia con todos los demás elementos. No es una comedia, pero está llena de risas. El objetivo era que fuera entretenida pero no boba", explicaba el director a la revista Entertainment Weekly además de confesar que éste es el tipo de historia en la que siempre soñó trabajar. Casi un opuesto del estilo de films sobre espías y héroes que se realizan en los últimos tiempos.

"La gente quiere divertirse. Ese escapismo del momento. Un buen ejemplo es el éxito de Guardianes de la galaxia. Creo que Christopher Nolan y su trilogía de Batman inspiraron a un tipo de superhéroe muy oscuro y deprimente. Y me parece que el público ya tuvo suficiente de eso", comentaba hace unos meses Vaughn, y tan convencido está de la necesidad de recuperar aquel viejo sentimiento de liviana diversión que hasta lo incorporó al guión de su película.

En una de las más graciosas escenas del film los personajes de Jackson y Firth comparten una cena y algunos gustos también. "Dame una trama ridículamente diabólica, como en los viejos films de Bond", dice el malvado de Kingsman mientras el héroe coincide en cuánto se extrañan las películas de espías que eran divertidas en lugar de las que tenemos ahora llenas de agentes depresivos y preocupados por la política del mundo real. Mucho más que un guiño a la sombría serie de Jason Bourne y al Bond de Daniel Craig, casi el opuesto del 007 de Roger Moore que influenció tanto al director como a su coguionista. Jane Goldman.

Aunque el film está repleto de referencias más o menos sutiles a los clásicos del género -todos los agentes del servicio secreto independiente lucen unos anteojos que recuerdan a los que usaba Michael Caine cuando interpretaba al espía Harry Palmer en la serie de films de los años sesenta, Archivo confidencial, Funeral en Berlín y Con el mundo a sus pies, tampoco insiste en ellas a la hora de presentar a su elenco joven.

Es que mientras Harry Hart y sus colegas intentan defender al mundo del malvado y poderoso villano también deben ocuparse de salvar su propia organización buscando nuevos reclutas capaces de seguir la tradición de británicos caballeros espías. Así aparece Eggsy, interpretado por el carismático Taron Egerton, hijo de un colega muerto en una misión secreta, que poco parece tener de caballero y mucho de matón de esquina y sin embargo ingresará al riguroso entrenamiento de la agencia. Pero antes será el novato que mirará fascinado cómo una sastrería puede esconder una organización de espías, un mocasín transformarse en un arma mortal y un encendedor en una granada.

"Cuando era un nene amaba todas estas cosas. Fantaseaba con que mis útiles del colegio eran otra cosa. Era una forma de escape de nuestra ordinaria vida cotidiana. Soñábamos con esa existencia secreta en la que nuestra misión era salvar al mundo", recordaba Firth con una sonrisa gigante, seguro de que a ese chico que fue le habría encantado Kingsman: servicio secreto.

MÁS MISIONES CONFIDENCIALES

Las películas de espías que están por llegar a la pantalla

SPECTRE

El nuevo film de James Bond llega en octubre. Christoph Waltz será el villano.

EL REGRESO DE BOURNE

En 2016 Matt Damon volverá a interpretar al espía dirigido por Paul Greengrass.

MISION IMPOSIBLE 5

Tom Cruise será otra vez el irrompible agente Ethan Hunt. Se estrena en julio.

LOS AGENTES DE CIPOL

Guy Ritchie dirige la versión cinematográfica de la serie de culto. Estrena en agosto.

SPY

Melissa McCarthy, como una agente de la CIA encargada de salvar al mundo.

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Jueves 19 de febrero de 2015 | Publicado en edición impresa

Cine

Más pobre huerfanita que nunca

Por Fernando López | LA NACION

Ficha técnica: Annie(Estados Unidos/2004, hablada en inglés) / Dirección: Will Gluck /Guión: Will Gluck y Aline Brosh McKenna, sobre el musical con libro de Thomas Meehan, música de Charles Strouse y letras de Martin Charnin y sobre Little Orphan Annie /Fotografía: Michael Grady / Coreografía: Zach Woodlee / Edición: Tia Nolan / Diseño de producción: Marcia Hinds / Elenco: Jamie Foxx, Quvenzhané Wallis, Rose Byrne, Bobby Cannavale, Cameron Diaz, Adewale Akinnuoye-Agbaje / Distribuidora: Sony / Duración: 118 minutos / Calificación: apta para todo público.

Nuestra Opinión: Regular

Remakes innecesarias no son, lamentablemente, una rareza. La de Annie, el musical ambientado en los años de la depresión cuyo encanto muchos de sus admiradores habrán considerado inagotable, es además bastante inexplicable. Salvo que se la haya concebido teniendo en cuenta la química que podía establecerse entre Jamie Foxx y la pequeña Quvenzhané Wallis, la prodigiosa "niña del sur salvaje" que hace un par de años estuvo cerca del Oscar. En ese terreno los responsables del film no estuvieron del todo despistados: esa química se produce en buena medida y es, seguramente, lo más rescatable de una película que falla en casi todo lo demás.

Primero y principal, en la adaptación, forzadamente traída a nuestros días sin nada que lo justifique, salvo que se haya pensado en acercarles a las nuevas generaciones este clásico del musical, que ya tuvo dos versiones (la de John Huston de 1982 y la de Rob Marshall hecha por Disney para la TV, ambas bastante cuestionadas por la crítica, pero con todo superiores a la actual).

La famosa huerfanita pelirroja es ahora una vivaracha negrita acogida que no pierde la esperanza de reencontrar a sus padres, aunque por el momento comparte vivienda con otros chicos abandonados como ella en un "hogar" regenteado por una malvada de historieta. Y el millonario, también afroamericano, con el que se tropieza en la calle y la toma bajo su custodia para utilizarla como prueba de su espíritu sensible y generoso, ya que está en plena campaña para la alcaldía neoyorquina, es el superpoderoso dueño de una de las mayores compañías de telefonía celular de la metrópoli. (Por motivos difíciles de determinar, el otrora Daddy Warbucks se llama ahora Will Stacks.) Y quizá para acompañar estas modificaciones y para "actualizar" la presentación de una historia que ha quedado bastante pasada de moda (además de desvencijada por culpa del guión, la chatura de la realización y la escasa imaginación de las sobreabundantes escenas musicales), un lavado rhythm 'n' blues predomina en la banda sonora sacrificando algunos números del musical original y agregando otros que poco contribuyen al atractivo del film, entre otros motivos porque tampoco abundan las buenas voces, con excepción de los protagonistas.

Rose Byrne, la asistente del magnate, está desaprovechada en un papel que, como casi todos, ha sido pobremente elaborado. Y cuesta encontrarles la gracia a las sobreactuaciones de Cameron Diaz y Bobby Cannavale.

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