25/03/15
"El 5 de Talleres": Como un gol de media cancha
Crítica: Muy buena.El fútbol es el marco de esta más que agradable comedia dramática con dos intérpretes de excepción.
Un 5 que raspa. El Patón (Lamothe) transpira la camiseta. FOTO: PRIMER PLANO
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por Pablo O. Scholz
El Patón no es lo que se dice un crack. No es el 10 habilidoso de Talleres de Remedios de Escalada, tampoco el 9 goleador. El Patón es un 5 que raspa, al que se le suele ir la pierna en la marca, y que cuando le dan ocho fechas de suspensión se plantea qué hacer en el futuro. Piensa, el Patón, capitán del equipo que lucha por el ascenso en la Primera C, en colgar los botines.
Esa es la base de arranque de El 5 de Talleres, que a los pocos minutos podría titularse Dos a quererse o cualquier otro que estuviera más arraigado a la relación del Patón con Ale, su esposa. La película de Adrián Biniez es como un tiro libre bien pateado. Esquiva la barrera y se mete en el arco. Golazo.
Lo que esquiva este argentino, radicado en Uruguay, y que sorprendió en 2009 con su opera prima Gigante es el costumbrismo, o mejor, la sobrecarga del mismo. Su película trata sobre esa pareja -despareja en el sentido de que el protagonista es él, y de ella vamos sabiendo cosas de a poco-, su manera de relacionarse, de encarar el retiro del jugador, y sus miedos. Quiere terminar el Secundario. No sabe cómo ganarse la vida a futuro. ¿Y si se arrepiente de su decisión?
También está el mundo del Ascenso, el club, el técnico, los dirigentes y los jugadores. El mundillo de la pelota está de fondo, porque Biniez prefiere tener a Ale y Patón juntos, como recortados. Hay pocas escenas en que la pareja comparta momentos con otros personajes -con los padres de él, con una mujer-, lo que refuerza esta idea.
Es primordial, entonces, la empatía que Ale y el Patón puedan establecer con el espectador. Y al margen de ser pareja en la vida real -algo que habrá ayudado-, Esteban Lamothe y Julieta Zylberberg se ganan el corazón del público. Son dos muy buenos intérpretes, que siguen creciendo, que parecen naturales cuando están actuando y eso en cine no es común ni frecuente.
Está claro que el guión, los diálogos de Biniez apuntan a ello, pero insistimos en que sin la caracterización de Lamothe, que puede pasar del cancherito al hombre que sufre en silencio, y Zylberberg -que es más que un soporte del protagonista, y llega un momento en el que no puede entenderse a uno sin el otro- El 5 de Talleres se iría decididamente al descenso.
Por su título podría caerse en el error de creer que su público es el masculino. Sería una equivocación enorme. Es de lo mejorcito que el cine nacional ha presentado este año en cartel, y de no ser por algunas referencias sexuales, para todo público.
El 5 de Talleres
Muy buena
Comedia dramática. Argentina, 2014. 101’, SAM 13. De Adrián Biniez. Con Esteban Lamothe, Julieta Zylberberg. Salas: Hoyts Abasto, Cinemark Palermo
26/03/15
Lamothe & Zylberberg: Pareja también en la pantalla
Entrevista.Hacen de esposos en “El 5 de Talleres”, la comedia dramática que se estrena hoy, y donde se lucen. Hablan de sus distintos orígenes, y de la fama.
Así en Colegiales como en Remedios de Escalada. Se ganaron el cariño de la gente. Ya trabajaron juntos en la tele (“Farsantes”). FOTO: FERNANDO DE LA ORDEN
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por Horacio Bilbao
Auténtica estimulación de la vida en pareja la que provocan Julieta Zylberberg y Esteban Lamothe. En la tele, en el cine -ahora en El 5 de Talleres-, pero también en la vida real, que transitan juntos desde hace ocho años. ¿Será esa la clave de sus lucimientos personales? El estudiante, Relatos salvajes, Farsantes, Guapas... La nueva película de Adrián Biniez, pero sobre todo esta conversación en su habitual bar Conde, certifican su genuina credibilidad. Expuesta aquí, en Colegiales, donde los saludan con un “Chau, ratas”, o en Remedios de Escalada, donde se ganaron el cariño de la barra tallarín, que los cobijó en el club y que celebra la película casi como un homenaje. Es un homenaje.
Hace dos años, cuando se filmaba, convirtieron su casa en el camarín de Talleres. Acababa de nacer su hijo Luis Ernesto y allí ensayaban sus papeles como Ale y el Patón Bonassiolle, una conmovedora, erótica y simpática pareja del conurbano. De allí el efecto estímulo, mérito compartido con el director. “Tenemos a favor los años de convivencia, de confianza y de código. Más allá de las escenas íntimas y de sexo”, intercede Julieta. “Pero si no hay escenas de sexo”, la corta él.
No hace falta, la confianza física que transmiten en cada toma, la intimidad, los besos de lengua y manoseos cariñosos producen escenas calentonas y más creíbles que la erección de Edward Norton en la premiada Birdman. “Hay un jugueteo, improvisaciones mínimas, como pegarle en la cara o decirle que no se haga la loca porque la voy a c...”, explicita Lamothe. Sana exageración de la vida conyugal, pese al momento que atraviesa el Patón, el aguerrido 5 de Talleres que se está por retirar.
¿Ayudan susr orígenes distintos?
Zylberberg: Sí, porque tenemos formaciones y escuelas distintas. Cada vez que nos llegan guiones para una obra, nuestras primeras visiones son bien diferentes. Permite descubrir otras cosas.
Lamothe: Ella es una chica judía de clase media, formada como actriz desde chiquita. Yo vengo de un pueblo (Florentino Ameghino), empecé a los 24. A esa edad ella ya había hecho La niña santa.
Y vos laburaste once años de mozo, en una parrilla, ¿extrañás algo?
Lamothe: Nada. Gracias a eso pude estudiar teatro, y conocí un montón de amigos, pero también soretes. ¿Sabés lo que eran los jefes, o los pibitos que ponían de gerentes y pasaban de ser tus compañeros a castigarte limpiando los pisos? Eso no lo vi nunca en el mundo de la actuación.
¿Es un mito el egocentrismo del actor?
Lamothe: En la parrilla había gente más egocéntrica que en Canal 13. Hay actores idiotas, pero también gerentes de bancos, médicos y periodistas idiotas.
Zylberberg: Es fácil adjudicarle ese rótulo a los actores, porque ponemos la jeta. Coincido, con más o menos audiencia, hoy cualquiera juega al famoso en las redes sociales...
Lamothe: Sí, es antiguo el debate.
Pero ser celebrity tienta a muchos, ¿tienen que luchar contra eso?
Zylberberg: Tiene que ver con el tipo de actor que sos, con tu educación e intereses.
Lamothe: En la tele encontré mucha gente generosa. Me parecía un chiste, supuestamente llegaba a un lugar hostil, donde te quieren pisar la cabeza. La solidaridad que encontré en la tele no la encontré del mismo modo en el cine y en el teatro.
Zylberberg: Si la fama es una consecuencia de tu trabajo, buenísimo. Pero es todo muy psicotizante y efímero, ¿no?
Bueno, Esteban tal vez se haga famoso por su desnudo en “El 5...”.
Lamothe: (ríe). Mirá la confianza que le tendré al Garza (Biniez) que me puse en bolas por el mismo precio. Con la fama se mezcla todo, hay un Cristian U, de Gran Hermano, y un Rodrigo de la Serna, gran actor. El asunto es tener claro de dónde venís.
Es una suerte que su pareja escape a cierto costumbrismo del cine argentino o al retrato estigmatizante del conurbano lumpen.
Lamothe: El Patón Bonassiolle existe, y el Garza es de ahí. La película tiene esas virtudes entre otras. Como si vivir en un mismo lugar o tener los mismos amigos siempre fuera garantía de algo. ¿Quién dijo que eso está bueno? Si fluye, bien, si no, está bueno cambiar de amigos. De las que hice, es la película que más me gustó. Conozco mucha gente como el Patón, boxeadores. Cuando me llegó el libro vi que era algo que estaba a mano.
Zylberberg: No tengo mucho que ver con mi personaje, pero el vestuario, el entorno, tenerlo a él hablándome así, la guía del director, me iban poniendo en un lugar que se logra siendo permeable.
¿Eso es lo más importante?
Lamothe: Está bien tener la guardia baja. Lo más lindo de actuar es interactuar con las otras personas de verdad. No sé hacerlo de otra manera.
Zylberberg: Conectar con los otros actores define a un buen actor.
Hay contraste entre el derrumbe laboral y futbolístico del Patón y la armonía de su pareja...
Lamothe: Una pareja que coge, que se apoya. Podría ser un embole, pero al contrario, tiene mucho color y humor.
¿Qué es para ustedes el éxito?
Lamothe: Comunicarme, aprender. Que la experiencia de actuar me transforme como persona y como actor, y encima me pagan...
Zylberberg: Sentir incertidumbre. Voy a ensayar una obra de teatro de Mariano Temponi, con Violeta Urtizberea, y estoy re nerviosa. Hace mucho que no hago teatro. Tengo suerte de que me llamen para cosas tan distintas. Para mí el fracaso es automatizarse, perder la curiosidad.
Actuar es siempre volver a empezar, ¿cómo eligen los proyectos, la altura de la valla?
Zylberberg: En la medida que puedo elegir, lo hago.
Lamothe: Pero sin cancherear. Hay que tenerla bajita, aunque no iría de panelista a Intrusos.
25/03/15
"Ave Fénix": La traición que corroe el alma
Crítica: Muy buena.Es otra muestra del talento del director de “Triángulo” y “Bárbara”, un muy buen drama de amor.
Gran labor. De Nina Hoss, actriz fetiche del director. FOTO. ALFA FILMS
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por Pablo O. Scholz
El germano Christian Petzold estuvo a la cabeza del que se denominó el nuevo cine alemán, el que siguió muchos años después a Herzog, Fassbinder y Wenders. Le interesan como a aquellos las relaciones interpersonales, pero el director de Triángulo (Jerichow) pone el énfasis usualmente en relaciones amorosas.
La traición, o el temor a ella, por caso, es un tema recurrente en su filmografía.
En Ave Fénix vuelve a contar con Nina Hoss, su actriz fetiche y protagonista de esta historia de amor enmarcada en la Alemania posterior a la caída de Berlín. Nelly Lenz ha escapado de un campo de concentración, pero ha quedado con el rostro desfigurado. Tras diversas operaciones, está irreconocible, tanto como para que su esposo, que la cree muerta, no la reconozca.
Es que Nelly teme, huele pero no quiere creer que en verdad ha sido él quien la ha denunciado a los nazis. O tal vez no. “Johnny” (Ronald Zehrfeld) se la cruza y quiere aprovecharse de ella, sin advertir que es su esposa, para hacerla pasar por ella y poder cobrar una importante suma de dinero.
Si se pasa por alto la anomalía o lo extravagante de que alguien que ha vivido con otro no lo pueda reconocer, Ave Fénix tiene todo como para subyugar. Es una historia de pareja, y hasta con ribetes de Vértigo, de Hitchcock.
Petzold muestra cómo Nelly trata de dar pistas a su amado de que es ella, cómo parece sacrificar sus auténticos sentimientos en pos de él. Y aprovecha el encierro al que Johnny la somete (le viste con ropa similar, le indica cómo debe caminar, ensaya con ella) y los tonos oscuros que predominan en la dirección de arte y la iluminación para hablar de ese acoso y agobio.
Otro punto a favor es que Petzold hace referencia a un pasado que a los alemanes les resulta incómodo, pero con altura, sin golpes bajos ni bajar línea. La protagonista debe lidiar con su dolor, haber sido despojada de todo -incluida su imagen- y Nina Hoss vuelve a poner, como en Barbara, todos sus kilates de actriz con mayúsculas para hacer creíble y querible a su personaje.
25/03/15
"Home": Oh, el extraterrestre
Crítica: Buena.Aunque es una producción que va a lo seguro, entretiene desde el principio hasta el final.
Son Oh y Tip. El alien y la joven, como en “Lilo y Stitch”. FOTO: Fox
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Home,
por Pablo O. Scholz
En el cine de animación puede haber quienes apuesten a algo innovador o distinto, como La gran aventura Lego o Cómo entrenar a tu dragón entre lo más reciente, o los que van hacia el humor cordial, la unión familiar, la aceptación del otro, como Río o esta Home, no hay lugar como el hogar. También hay otras realizaciones, como la saga de Madagascar, pero ahí no suele haber demasiadas ideas.
Los responsables de Home van a lo seguro -como, se verá, los extraterrestres de la película-. Y no está mal. La película es entretenida desde que arranca hasta que llegan los títulos finales, los chicos se divierten, ríen y aplauden. Tal vez no haya, no ofrezca material para un spin off o derivados, pero el cometido de entretener por una hora y media se logra.
Oh es de una especie extraterrestre, los Buv, unos invertebrados que van copando distintos lugares en el espacio, hasta que otros extraterrestres malos, los Gorg, que los persiguen se enteran dónde están, y se refugian en otro planeta.
Eso han hecho en la Tierra. “Chuparon” a los humanos y los llevaron a todos a Australia, apoderándose de las casas y sacando lo que no consideran útil -desde inodoros hasta lo que se les ocurra-. Ahí Oh conoce a Tip (como en Lilo y Stitch), una niña que se quedó con su gato, encerrada en su departamento, y que quiere encontrar a su mamá.
Ambos están como “fuera de lugar”, y se necesitarán, porque Oh se mandó una macana: envió un mensaje invitando a todo el mundo -o habría que decir todo el universo- a su fiesta de “estrenamiento” -hablan modificando palabras- de su nuevo hogar, y cuando los malos se enteren de su ubicación ya nada será seguro en la Tierra.
La tipificación de los extraterrestres hace a la cuestión. A los Buvs no les gusta correr riesgos, van a lo seguro. Tildarlos de cobardes sonaría un poco fuerte. Por eso son casi todos iguales. Casi. Algunos dirán que pueden ser parientes cercanos de los Minions, que ayudan a Gru en Mi villano favorito. Y algo de la cara de Oh recuerda a la de Chimuelo en Cómo entrenar a tu dragón.
Tim Johnson, que codirigió Antz y Vecinos invasores, está al frente de la realización. Hay mucho color, mucha música (Rihanna dobla la voz de Tip, y canta en la banda de sonido original) y mucho pum para arriba. El 3D no parece hacer mucha diferencia.
En el original las voces son de Rihanna, Jim Parsons, Steve Martin y Jennifer Lopez. Para los fanáticos, a esperar la edición en DVD.
Home, no hay lugar como el hogar
Buena
Comedia animada. EE.UU., 2015. 98’, ATP. De Tim Johnson. Salas: Hoyts Abasto y Dot, Cinemark Palermo, Village Recoleta